¿Los mejores negociadores nacen o se hacen?
FORBES- 29 de enero de 2019
Hay quien puede tener menos
disposición por genética y circunstancias, pero con intención, disciplina,
enfoque y práctica, logra desarrollar las habilidades que hacen a un buen
negociador.
“Fulana es una negociadora nata”
o “soy malísimo para negociar”. Estas y otras frases parecidas son tan comunes
como falsas… o al menos parcialmente, porque a negociar se aprende. Los mejores
negociadores se preparan y practican las técnicas de negociación y de
comunicación. Así que negociadores ni los hay natos (solo hay gente con ciertas
habilidades) ni los hay malos (solo falta aprender y practicar).
Cuando hablamos de negociación,
nos referimos a un proceso social en el que las personas se comunican para
buscar obtener algo deseado que está en control de un tercero. Tradicionalmente,
a la negociación se le ha visto como un proceso combativo y adversarial que
resulta en relaciones dañadas o destruidas. No obstante, en esta era de la
colaboración, es cada día más común reconocer a la negociación como un proceso
dinámico en el que un buen negociador puede obtener lo que desea sin dañar sus
relaciones. A esta forma de ver la negociación se le ha llamado de varias
maneras, como negociación integrativa, negociación colaborativa, negociación
“ganar-ganar” o negociación para crear valor.
De esta forma, la negociación
integrativa o colaborativa aglutina una serie de habilidades y destrezas que,
al identificar individualmente, podremos valorar y reconocer que todas pueden
ser desarrolladas y practicadas para tener un mejor desempeño como negociador.
A continuación, mencionamos cinco de esas habilidades y destrezas que hacen a
un buen negociador:
Comunicación verbal: Para ser un
gran negociador, es fundamental no solo tener claro el mensaje que queremos
transmitir y las razones y criterios detrás del mismo, sino sobre todo ser
capaz de que ese mensaje sea entendido por la otra persona. La selección del
vocabulario propositivo y no violento es fundamental para lograr ser más
persuasivo y también es muy útil usar técnicas como el parafraseo o replanteo
que bien ejecutadas logran la conexión adecuada con nuestro interlocutor.
Comunicación no verbal: Existen
múltiples técnicas de comunicación no verbal que han demostrado ser poderosas
cuando se trata de persuadir y convencer. El reflejo o mirroring, la sonrisa,
la mirada atenta, la apariencia, la proxémica, entre otras muchas formas de
comunicación no verbal, son todas cosas en las que alguien puede trabajar y por
lo tanto hacer un mejor uso de dichas herramientas para tener mejores resultados
en su negociación.
Manejo de emociones: Como dice la
sabiduría popular, “lo cortés no quita lo valiente”, y esto es fundamentalmente
cierto en una negociación. Es natural que en una negociación sobre algo que
apreciamos mucho, las emociones estén a flor de piel. Sin embargo, a medida que
podamos controlar esas emociones para que la negociación se mantenga en el
carril, y sepamos reconocer que las ofensas y agresiones no nos llevarán a
donde queremos, seremos mucho mejores negociadores.
Empatía: Una máxima importante en
la negociación es entender la perspectiva del otro, aunque no estemos de
acuerdo con ella. Entender desde dónde viene el otro y “ponernos en sus
zapatos”, ayuda mucho a destrabar bloqueos, y debemos procurarlo en todo
momento. Es importante no asumir que sabemos todo y buscar ver las cosas desde
la perspectiva del otro.
Creatividad: Algo muy dañino en
una negociación es llegar a ella asumiendo que debe haber un resultado único y
previamente estructurado. Al contrario, la mente creativa y abierta suele tener
mucho mejores posibilidades en una negociación: entre más opciones de solución
a la negociación, más posibilidades de éxito para satisfacción de todos los
involucrados.
Todas las habilidades enlistadas
y brevemente reseñadas arriba se pueden aprender y ejercitar para mejorar. Y al
hacerlo, como resultado natural, uno se vuelve mejor negociador.
Es cierto que una persona puede
nacer y crecer con las habilidades enlistadas más fortalecidas gracias a sus
genes y contexto de vida y por ello puede ser bueno para relacionarse y
negociar naturalmente. Sin embargo, depende de lo que haga para alimentar
dichos talentos, si sus habilidades se desarrollan o se estancan. Por lo
contrario, hay quien puede tener menos disposición por genética y circunstancias,
pero con intención, disciplina, enfoque y práctica, logra desarrollar las
habilidades que hacen a un buen negociador, mejor incluso que en el otro
escenario. Así que el buen negociador no nace, se hace.
No hay comentarios:
Publicar un comentario