Un tortuoso fin de año para la
economía mundial
FORBES- 4 de enero de 2019
Los mercados esperan agazapados
la actuación política. Los excesos y sensacionalismos políticos están apagando
una economía, cada vez más débil. La política pura se ha adueñado del
escenario.
La agitación de los mercados
preocupa a los inversores. Pues, aunque los mercados abrían hoy en positivo y
todos los índices e indicadores mostraban un verde generalizado, el cierre de
año viene cargado de mínimos históricos y fuertes caídas, tanto para Wall
Street como para los mercados europeos.
Y es que las incertidumbres y las
tensiones provocadas por la inminente desaceleración económica global siguen
acechando los mercados en un contexto donde la economía se debilita por
momentos, mientras que los organismos y autoridades monetarias siguen con la
retirada gradual de estímulos.
Pese al optimismo que se vivía en
la economía a principio de año, donde las previsiones apuntaban a crecimientos
superiores al 3% para los próximos años; la situación actual y el tortuoso
escenario que vive la política y la economía, han provocado reajustes a la baja
en las previsiones.
Pues, como hemos dicho, aunque
las previsiones mostraban unos crecimientos más acelerados, estos se han
moderado, en algunos casos, hasta un punto porcentual. Para España, por ejemplo,
el crecimiento que se pronosticaba por encima del 3%, ha sufrido un reajuste
que, finalmente, lo ha situado entre el 2% y el 2,5%.
Como hemos comentado, el
crecimiento de la economía española se deja casi un 1% por las tensiones que
vive el escenario político. Un escenario político sucumbido por la
incertidumbre y una serie de problemas que, todavía, siguen sin abordarse. La
deuda sigue incrementándose y el país no logra alcanzar la ansiada, y muy
necesaria, senda de déficit.
La economía pierde fuerza. No
solo para España, sino que lo hace a nivel global. Una desaceleración
económica, a la que todos temían, y que parece que ya está comenzando a darse.
Las economías reajustan sus previsiones para los próximos años, siendo estos
muy distantes de los arrojados en estos últimos 2 años.
Una desaceleración en un momento
donde se planteaban crecimientos históricos para la economía global, pero que
han acabado por convertirse en una desaceleración que todos temían. Una
desaceleración provocada por una mala actuación política y, como siempre he
dicho, por dejar que la política pura prime sobre la racionalidad económica.
Esta desaceleración tiene nombre
y apellidos. Esta desaceleración no es más que el producto de una economía
irracional y de excesos, donde se ha mirado más por la satisfacción de un
pueblo levantado en armas, así como los intereses de los propios políticos, que
por la sostenibilidad de un crecimiento económico en el largo plazo.
Se avecinan tiempos turbulentos
para la economía. La incertidumbre sigue marcando el itinerario y la agenda
económica global. Ahora, podríamos decir que toca esperar, pero no es así. La
impasible actuación de los políticos nos a llevado a alcanzar una situación,
para nada deseable. Por ello, ahora toca actuar.
La situación económica y política
precisa una actuación que normalice el contexto que vivimos. Por ello, debemos
abordar temas tan prioritarios como los agujeros de deuda, el Brexit, la guerra
comercial y todo aquello que, por otro lado, también son los causantes de que
la economía esté cambiando el rumbo hacia una recesión.
Por ello, no es momento de seguir
con las políticas aplicadas. Es momento de desafiar todas las políticas
convencionales, aplicando aquellas que garanticen una diplomacia internacional
con acuerdos. Acuerdos que, de no darse, nos dejarán el terreno preparado para
la próxima recesión económica.
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