Países de América Latina contra neoliberalismo
FORBES- 19 de septiembre de 2018
El resurgimiento de la izquierda
en AL, responde a la deuda del neoliberalismo con marginados, que han visto
pasar privilegios de clases sociales en función de la concentración de la
riqueza.
En América Latina, el
neoliberalismo surge en Chile a raíz del golpe de estado a Pinochet con la
influencia de Friedman, y la escuela de Chicago como una especie de laboratorio
de los experimentos que resultaban de la mezcla de movimientos
neoconservadores, y del surgimiento de una nueva derecha. Al mismo tiempo en
1973, Uruguay imitaba el ejercicio neoliberal chileno y exportaba a la
Argentina las ideas básicas del neoliberalismo que se ofrecían por los países
desarrollados, en procesos socioeconómicos que habían visto agotados los
principios del keynesianismo.
En el caso latinoamericano, es
indudable que la búsqueda de salidas eficientes a las crisis recurrentes se
llevara a cabo en medio de un crecimiento desordenado de las fuerzas productivas,
vinculando una paulatina integración al mercado internacional. En este
contexto, el neoliberalismo se ofreció a sí mismo (sobre todo en su etapa más
temprana) como una suerte de alquimia político-económica como paliativo a la
creciente deuda externa de los países del Tercer Mundo (hoy en vías de
desarrollo).
El sistema internacional
propuesto por los países del Primer Mundo jugó un papel relevante a través de
organismos como el Fondo Monetario Internacional, para resolver la entonces
llamada crisis de la deuda de los países pobres.
Si analizamos el neoliberalismo
desde la óptica latinoamericana, podemos decir que este surge como una crítica
a las políticas desarrollistas del Estado benefactor proteccionista, y del
modelo de sustitución de importaciones. Durante los primeros años de aplicación
de esta doctrina, la historia nos comprueba que, en los países sudamericanos,
el neoliberalismo fracasó en su intento por erradicar la inflación, disminuir
los desequilibrios financieros, y en lograr un crecimiento sostenido.
No obstante, su vigencia en
Latinoamérica no ha sido uniforme, ni ha tenido las mismas modalidades en todos
los países desde los años 70 hasta hoy. Las experiencias más continuas y
profundas, hasta los 80, las vivieron Argentina, Uruguay y Chile, países en los
que se vivió una intensa década de políticas estabilizadoras. Por otro lado,
con experiencias reformistas, Nicaragua y Perú vivieron períodos de mitigación.
Cuba, por su parte, es el ejemplo por excelencia de la franca excepción de la
doctrina mientras que, México, desde los años 80, ha vivido períodos intensos y
profundos de la doctrina.
A pesar del desarrollo asíncrono
del neoliberalismo en América Latina, a lo largo y ancho de la región, existe
un elemento común que justifica la creación misma de la doctrina: la creciente
acumulación de la riqueza en pocos sectores y sitios de la población, la
constante internacionalización del capital, la creciente dependencia respecto a
las empresas transnacionales, y el progresivo empobrecimiento de diversos
sectores, incluso de la clase media.
El resurgimiento de la izquierda
en México y en América Latina, responde a esa deuda que tiene el neoliberalismo
con los grupos marginados, que han visto pasar los privilegios de las clases
sociales en función de la concentración de la riqueza.
Ante esta realidad, y dado que el
neoliberalismo no logró erradicar los procesos inflacionarios ni las
devaluaciones recurrentes, la desaparición de la clase media, ni la pérdida del
poder adquisitivo; el neopopulismo y los movimientos de la nueva izquierda han
logrado permear en un terreno ideológico, cultural y filosófico que ha rebasado
el terreno económico y político que ocupaba el neoliberalismo. No sorprende que
Cuba celebre el regreso de México al bloque anti-neoliberal de América Latina,
a ese bloque de países contrarios a la doctrina ideológica y económica, pero también
contraria a la intervención de potencias periféricas más desarrolladas en los
asuntos internos y regionales. Al parecer, el triunfo de la izquierda en México
contribuye a equilibrar las fuerzas en la geopolítica de la región.
Aunque paradójicamente, el número
de gobiernos neoliberales en Latinoamérica ha aumentado desde sus inicios en
los años 70. La vulnerabilidad del bloque chavista de la región se intensifica
con las incongruencias, desatinos y sinsentidos del presidente Maduro, seguido
del presidente Ortega de Nicaragua.
En el caso del presidente electo
Andrés Manuel López Obrador, las declaraciones respecto al banco central y la
supuesta bancarrota del país, no sólo se alinean a un discurso anti-neoliberal
que pone en jaque sus promesas de campaña, su cuarta transformación y la
propuesta de un modelo que pudiera verdaderamente representar una verdadera
esperanza para México y para América Latina y El Caribe.
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