De la posverdad a la reducción de
los hechos
FORBES- 19 de septiembre de 2018
La prensa deberá transitar por
una época de veracidad versus aceptación popular; los políticos entre
principios y votos, y las personas debemos adivinar entre verdades y mentiras.
Variedad de puntos de vista
aparte, observamos en la vertiginosa actualidad que se hizo fácil poner la
verdad en duda. Desde las declaraciones de “hechos alternativos” hasta la
práctica de las fake news, la manera de exteriorizar la opinión o informar sobre
un determinado punto de vista, ya no se busca develar la realidad de los
hechos, sino defender una versión a cualquier costo.
Siempre ha existido una fuerza
compuesta por la avanzada intelectual que ha tenido el privilegio para escribir
y leer la historia; además de acceder a los círculos de poder y decisión, esta
fuerza pudo haber transformado la percepción de la realidad de cada época.
Siempre hubo una realidad aplastante, con poca interconexión digital pero mucha
rigurosidad; hubo pocos medios de comunicación, pero menos versiones digitales
tergiversadas de la realidad.
Existen diversos intereses opacos
y grupos sin nombre que son determinantes para deformar la opinión pública;
grupos poco intelectuales, pero con suficiente técnica gestionan la desinformación
y manejan los flujos de comunicación, desinformación y contra-comunicación.
Construyen campañas, crean candidatos y sostienen tendencias con la misma
espontaneidad que funciona el humor de las redes sociales. Los hechos han sido
reducidos a “opiniones” y se ha aumentado el poder del rumor como arma
mediática y política.
La posverdad encuentra cabida en
la versatilidad confusa de la red. Su brevedad depende de qué tan emotiva sea
la mentira que enarbola. Esta moda se expande rápidamente, tan ligera conforme
la distorsión deliberada aumenta; la brecha entre ficción y realidad se
desvanece. Desde la destrucción de un personaje hasta la creación de los bulos
sociales: todo cabe en el obscuro objetivo de moldear la opinión pública para
objetivos particulares.
La defensa de un objetivo en
particular nunca fue ilegítima, pero las nuevas formas distorsionan la verdad
apelando al sesgo, a los prejuicios personales y a las emociones. El discurso
político pasó del uso de los eufemismos a la práctica descarada de la
“reconstrucción de la verdad” como el peligroso inicio para defender la
mentira.
Por supuesto que la manipulación
colectiva es resultado de la fuerza con la que actúa la desinformación, pero en
esencia su origen es el poco espíritu crítico que impregna en nuestra sociedad.
Una sociedad de personas hiperconectadas y al parecer muy informadas, como
nunca antes en la historia. Hay una aceptación generalizada del suave esfuerzo
por aprender, por informarse y por hacer uso de la revolución digital para una
tarea productiva: estimular el conocimiento. Antes era la falta de lectura,
ahora es la falta de reflexión de los hechos lo que determina el analfabetismo.
Si revisamos el relato político
de la actualidad, es muy valorado sostener un argumento con la suficiente
fuerza para que sea creíble y contundente; sustentar una postura con hechos se
volvió secundario. Esta crisis monumental no es cuestión de retórica o de
técnica discursiva, sino de la importancia que ahora le damos a las formas
sobre el fondo.
El descontento popular y la
opinión pública son usados a favor de causas que esconden las verdaderas
motivaciones; las instituciones, la democracia, pero sobre todo la veracidad
está perdiendo validez. La posverdad no es cuestión de construcción de una percepción
paralela, en realidad se trata de la destrucción de los bastiones que
sostuvieron siempre el papel social del hombre y su repercusión en el tejido
social: huir del oscurantismo y llegar hacia la verdad.
Esta abrumadora realidad está
creando condiciones en las cuales la prensa deberá transitar por una época de
veracidad e imparcialidad versus aceptación popular, en donde los políticos
deberán escoger entre principios y votos, en donde las personas debemos
adivinar las diferencias casi imperceptibles de una verdad frente a una
mentira.
No hay comentarios:
Publicar un comentario