El viaje de los vikingos
FORBES- 29 de septiembre de 2018
El personaje principal de la
serie 'Vikings', de Netflix, sigue los pasos que John Kotter formuló para que
una organización ponga en marcha un verdadero proceso de cambio.
Acostumbrados a la inmediatez de
los tiempos de hoy, cada vez que pensamos en conceptos como cambio,
transformación digital o innovación, lo hacemos en términos de eventos flash,
es decir, pretendemos que ciertas cosas ocurran en instantes, de un día para el
otro, porque muchas veces así es como vivimos.
Siguiendo esta lógica, nos
resulta difícil entender que, la mayoría de las veces, una gestión de cambio o
una mentalidad innovadora sólo pueden ser logradas con un proceso continuo, con
sus pasos, sus reglas y, sobre todo, que lleva tiempo.
Una de las series de Netflix más
aclamadas de los últimos tiempos es “Vikings”, basada en los relatos
semilegendarios de Ragnar Lothbrok, uno de los héroes más famosos de la cultura
nórdica.
Resulta una experiencia visual
impresionante observar cómo este campesino de las tierras escandinavas se
convierte en un estandarte de su pueblo y se lanza a la conquista de
Northumbria, en Inglaterra, para luego adentrarse en la Europa continental.
La serie retrata a Ragnar como un
líder, sin lugar a dudas. Pero, ¿cómo logra una sola persona dar a los vikingos
un lugar grande en la historia? ¿Cómo hizo para llevar a su gente, por los
misteriosos mares, a lugares tan peligrosos como desconocidos?
Este vuelco no se dio de un día
para otro. La serie no es la historia de un rey llamado Ragnar que ordenó,
desde su cómoda posición, atacar Inglaterra y formar un imperio vikingo.
Todo lo contrario: el primer
capítulo nos cuenta la historia de un campesino cualquiera que, como todos,
debe acudir a la guerra siempre que el conde Haraldson lo requiera. Y este
conde se maneja siempre de la misma manera: las campañas militares de verano
—de cuyos saqueos vive la economía vikinga— se organizan hacia el este, hacia
el mar Báltico.
Pero Ragnar no es como el resto
de sus compañeros. Está cansado de repetir todos los años la misma estrategia;
sabe que el botín en aquellas tierras es cada vez más escaso y teme por el
futuro que se avecina. Siente la urgencia de un cambio, pero ¿qué puede hacer
él solo? La personalidad de Ragnar oscila siempre entre la rebeldía y la
curiosidad: ha escuchado que, hacia el oeste, donde nadie ha osado aventurarse,
esperan unas tierras ricas y fértiles para ser aprovechadas.
En lugar de enfrentarse
abiertamente a Haraldson, Ragnar confía a su hermano Rollo, y a otros
compañeros como él, la idea de un viaje. Les contagia su ambición con una
pasión adictiva. Poco a poco, lo empiezan a seguir.
Ragnar, de mentalidad innovadora,
le pide a su amigo Floki construir un barco de características especiales,
capaz de sortear largas travesías. Y, ante el peligro de la niebla, consigue
una extraña piedra solar para orientarse aun sin la ayuda del sol. A todos los
que dudan, Ragnar les refuerza con la certeza de que todo cambio conlleva
riesgo, pero que en ese riesgo se puede alcanzar la gloria.
¿Cómo terminan las aventuras de
Ragnar? Hay muchas temporadas para averiguarlo. Pero si prestamos atención,
podemos observar una curiosa metodología: lo primero que hace Ragnar es crear
una sensación de urgencia a partir de la situación inicial. Luego, dada su
condición baja en la jerarquía vikinga, forma una coalición ganadora para tener
más autoridad sobre el conde Haraldson. Y, por último, crea una visión y la comunica
a sus seguidores: conquistar lo desconocido, las tierras de occidente que nadie
se atreve a explorar.
Estos son los cuatro primeros
pasos que el conferencista en liderazgo, John Kotter, formuló para que toda
organización ponga en marcha un verdadero proceso de cambio. En la figura de
Ragnar, que comienza de “abajo”, residen características como la rebeldía y la
visión de cambiar, en un momento clave de la historia de esta civilización, lo
cual lo llevará a estar “arriba”. Este primer viaje de los vikingos cambió su
historia: “No pierdas el tiempo mirando atrás”, dice Ragnar, “ya que no
viajamos para ese lado”. ¿Nosotros podemos decir lo mismo?
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