Experimentar para una estrategia de
resiliencia
FORBES- 18 de septiembre de 2018
Montevideo es una ciudad donde la
agenda de desarrollo e inclusión social ocupan un lugar fundamental y donde no
han faltado ideas para enfrentar los retos actuales.
Con 1.3 millones de habitantes y
donde 2 de cada 5 uruguayos viven y generan más del 50% del PIB nacional,
Montevideo, es además el principal puerto y destino turístico del país. La
ciudad goza de una posición geopolítica, económica y cultural privilegiada que
demuestra la importancia de incorporar una perspectiva de resiliencia que
proporcione las herramientas y capacidades necesarias para afrontar los retos
del siglo XXI.
Uno de estos desafíos tiene que
ver con la expansión territorial, que por diversos factores sociales y
económicos, fue durante décadas vaciando las áreas centrales de la ciudad para
dar paso a una segregación socio-territorial, situando a miles de habitantes en
la periferia. Debido a esto, la inequidad social, económica y territorial,
constituyen hoy una tensión permanente y configuran un desafío enorme en cuanto
a la generación de oportunidades para toda la población. Para Montevideo, el
derecho a la ciudad es un mandato que debe cumplirse sin excepciones entre sus
habitantes.
Montevideo también tiene retos de
movilidad y existe una gran demanda de transporte público. Por su parte, la
sostenibilidad ambiental y gestión de residuos siguen presentando desafíos que
se suman al impacto del cambio climático.
Con esto en mente se construyó la
Estrategia de Resiliencia, lanzada como parte de su trabajo con 100 Ciudades
Resilientes de la Fundación Rockefeller. Con ella, se plantea una hoja de ruta
para enfrentar estos y otros desafíos desde una mirada integral, que logre
transversalizar las políticas públicas, potenciando su acción. Dicha estrategia
está organizada en 4 pilares, 14 objetivos, 40 iniciativas y 3 laboratorios.
Los laboratorios de resiliencia,
primeros de esta clase en la región, no son planes, ni proyectos, ni acciones.
Son espacios de exploración para procesos de construcción de resiliencia que,
por sus características de transversalidad y valor estratégico, permiten
abordar todas las áreas y contribuir al logro de esta visión.
El primer laboratorio trabajará
en la transformación de la cuenca del arroyo Pantanoso en la cual viven 190 mil
personas que se ven afectadas de diversa forma, tanto por la variabilidad
climática, precariedad socio-habitacional, falta de oportunidades y acceso a
servicios. El objetivo es la integración
socio-territorial y la mejora integral del hábitat.
El segundo laboratorio busca el
desarrollo integral del territorio costero, un espacio que forma parte de la
identidad democrática de los montevideanos. Por eso, su valor es enorme y va
más allá del aspecto ambiental o económico. La costa tiene una longitud de 70
km sobre el Río de la Plata e incluye playas, humedales, reservas y el
principal puerto del país. El plan abordará en forma transversal todas las
dimensiones de este espacio territorial.
El tercer laboratorio tratará la
Gestión integral del riesgo que hasta ahora ha tenido en la ciudad un mayor
foco en cuanto a la respuesta ante situaciones de emergencias. Pero su
relevancia en la construcción de resiliencia, requiere la incorporación de un
enfoque que contemple las dimensiones del desarrollo y abarque la prevención,
la reducción y compensación de los riesgos.
Montevideo es una ciudad donde la
agenda de desarrollo e inclusión social ocupan un lugar fundamental y donde no
han faltado ideas para enfrentar los retos actuales. La estrategia busca ayudar
a articular estos procesos y en esa lógica, los laboratorios presentan la
oportunidad perfecta para que los habitantes de la ciudad continúen tomando
conciencia y apropiándose del concepto de resiliencia, preparando así a la
ciudad para un futuro más próspero y resiliente.
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