¡Atrevámonos a hablar un segundo idioma!
FORBES- 24 de julio de 2018
En Costa Rica, pese a contar con
un recorrido de más de 24 años y jóvenes que reciben por 12 años la enseñanza del
segundo idioma, tan sólo un 10.8% de la población manifiesta dominarlo.
El dominio de un segundo idioma
mejora las oportunidades de empleabilidad de las personas y la productividad y
competitividad de un país. Es así como, en Costa Rica, se tomó la decisión de
ir a un sistema educativo que brindara el idioma inglés a nuestros niños y
jóvenes.
Dos décadas después los
resultados son mixtos. Según el Índice de Dominio del Inglés como Segundo
Idioma (English Proficiency Index), de la empresa Education First, Costa Rica
ocupaba el primer lugar de la región centroamericana y el tercero de
Latinoamérica en 2017.
Esta, que pareciera una buena
posición, no lo es si la comparamos a nivel de toda la muestra. Costa Rica, con
un 53.13 (nivel medio) se encuentra en el lugar 35 de 80 países, muy distante
de los líderes: Holanda, Dinamarca y Suecia, con niveles superiores a los 70
puntos.
La región sí tiene un grave
problema, pues de los 15 países latinoamericanos de la muestra, Panamá, a la
que se le reconoce un avance significativo, está en la posición nueve,
Guatemala en la 12 y El Salvador en la 15, en el último lugar de toda la
región, con niveles de bajo o muy bajo.
En Costa Rica, pese a contar con
un recorrido de más de 24 años y jóvenes que reciben por 12 años la enseñanza
del segundo idioma, tan sólo un 10.8% de la población manifiesta dominarlo
(Encuesta Nacional de Hogares, ENAHO 2010- 2015). Se ha invertido mucho para
avanzar poco y muy lentamente.
Hay además un agravante: brechas
por género, región y quintil de ingreso. El perfil más alto de dominio es el
masculino, de entre 25 y 44 años, perteneciente al V quintil de mayor ingreso
(29%), de perfil urbano (11% vs 3% rural) y en hogares con un clima educativo
alto (32%). En otras palabras, el sistema educativo está sembrando semillas de
desigualdad.
Al revisar algunas razones que
expliquen por qué el modelo no ha obtenido el éxito esperado, encontramos:
número de horas por semana insuficientes (de tres a cinco lecciones de 40
minutos semanales); algunas regiones tienen enseñanza presencial, mientras que
en los sitios más alejados se utiliza la radio; el nivel de los profesores es
de principiantes a intermedio; y las pocas posibilidades del uso del inglés en
la cotidianidad de los niños y jóvenes.
Esos mismos retos fueron los que
motivaron a España al lanzamiento del Programa de Educación Bilingüe
español-inglés (PEB), a partir de la firma de un convenio, en 1996, entre el
Ministerio de Educación Español y el British Council, cuya evaluación externa
dio resultados muy positivos.
Los pilares de este programa, que
es impartido sólo en escuelas públicas, permiten: disminuir la brecha de las
desigualdades, centrarse en crear un currículum bilingüe desde los tres años de
edad, incrementar significativamente (40%) el tiempo lectivo durante el cual se
aprende en la lengua adicional e incentivar y apoyar a los docentes
involucrados.
Para ello se crearon las figuras
de asesores lingüísticos —cuya única labor es apoyar a los docentes a mejorar
su nivel de inglés—, así como la de docentes supernumerarios idealmente nativos
en el idioma inglés o nivel equivalente de inglés certificado, que apoyan a un
nivel más alto.
Para lograr ese 40%, además del
inglés como materia, se imparten otras disciplinas en esa lengua, con el
objetivo de aprender el idioma por medio de diversas asignaturas dentro del
currículo y poder desarrollar habilidades usándolo como vehículo.
Otros objetivos fueron la
sensibilización de los alumnos sobre las diversas culturas, facilitar el intercambio
de profesores y alumnos, la promoción de nuevas tecnologías para el aprendizaje
de lenguas extranjeras y fomentar la certificación de estudios en dos sistemas
educativos: el español y el británico.
Contamos en el hemisferio con
diferentes países angloparlantes y otros de lenguas maternas como el portugués,
el francés y el holandés, con quienes podríamos realizar alianzas estratégicas
e incorporar buenas prácticas de varias naciones que han demostrado ser casos
de éxito. ¡Atrevámonos a avanzar más aceleradamente!
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