La comunicación,
responsabilidad indelegable
FORBES- 29 de Agosto de 2018
La comunicación se constituye, en
el agente modelador de la estructura de pensamiento de la organización, ésa que
impondrá sus conductas y cohesionará comportamientos.
En el marco actual de un
permanente, nuevo y cambiante contexto para las organizaciones, donde la
geopolítica y las “geo-percepciones” generan nuevos juicios de valor, se
construyen cada vez más “clústeres de opinión” en torno al mundo empresarial
que profundizan la radicalización de posiciones en torno a éste, bien sea con
relación a gremios y/o a empresas particulares.
Los escándalos corporativos como
Odebrecht, los Papeles de Panamá o los Papeles del Paraíso, que expusieron a
empresas de la talla de Nike, Apple y Uber ante el ‘tribunal de la opinión
pública’, han generado importantes cuestionamientos al “bien actuar” del sector
empresarial a todo nivel (algunos con causa y otras sin ella), sumando con esto
una carga adicional de riesgos y amenazas a la previamente ya larga lista que
cada sector posee, dependiendo de la naturaleza de su negocio.
El sector empresarial está sometido
a la presión de riesgos y amenazas crecientes, donde su actuación está
íntimamente ligada a los intrincados vaivenes políticos de cada país donde
opera, a la inestabilidad de buena parte de la región, a la corrupción, el
populismo y las crecientes presiones sociales que emergen con fuerza ante los
temas económicos, sociales y ambientales que aquejan a nuestros países
latinoamericanos.
Este clima de tensión que
cuestiona modelos políticos y tiene incidencia en el sector empresarial, está
siendo alimentado por la presión del manejo informativo y la comunicación que
se ejerce desde distintas fuentes. Particularmente, este flujo ha sido tocado
por el fenómeno de las “fake news”, situación que, tanto para el sector
empresarial como para sus grupos de interés, hace aún más complejo poder
distinguir entre lo real y lo creado con fines manipulativos.
A todo esto, hay que sumar esa
hegemonía informativa que se produce en las redes sociales y que construye una
versión de la realidad que puede resultar ficticia, aquélla donde los
algoritmos priorizan todo lo que se parece a nosotros, dejando poco o ningún
espacio a la necesaria información de contraste que alimente equilibrios, y con
ello, perspectivas que inviten al diálogo.
Ninguna organización, en ningún
mercado, está exenta a esta circunstancia, lo cual invita a reflexionar sobre
la importancia de la comunicación y su gestión como el vínculo natural que nos
une y conecta con nuestro entorno.
Más allá de la comunicación como
una herramienta, ésta debe ser concebida como una estrategia corporativa para
la generación de confianza, orientada a impulsar la viabilidad que el plan de
negocios requiere, y para ello, la comunicación amerita de un riguroso proceso
de planeación, ejecución y seguimiento, con la misma importancia que tiene
cualquier otra área crítica para el negocio.
Para darle base firme, hay que
iniciar revisando la pertinencia de la filosofía de gestión actual de la
organización, expresada en su misión y visión o, como se ha propuesto más
recientemente como el “santo grial” de la base comunicacional:
El propósito. Pero más allá de
eso, nos referimos a una gestión que involucre la comunicación en la mesa de
decisiones estratégicas de la compañía. Esto necesita de diseño y planificación
sobre la base de objetivos claros y concretos; de identificación y gestión de
riesgos con impacto en la reputación de la empresa; precisa de revisión y
seguimiento permanente de cara a generar valor para la organización y su gente,
así como de la evaluación continua de su desempeño.
La comunicación se constituye,
entonces, en el agente modelador de la estructura de pensamiento de la
organización, ésa que impondrá sus conductas y cohesionará comportamientos en
torno a las formas de operar para obtener los resultados esperados. Por eso, la
comunicación reconocida como factor crítico de éxito, no puede ser relegada
como un trabajo secundario para niveles medios de una organización. Si bien,
éste puede aportar de manera significativa a su diseño y ejecución, la comunicación
es responsabilidad indelegable de la más alta esfera ejecutiva de una
organización.
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