Las víctimas de las metodologías emprendedoras
FORBES- 15 de junio de 2018
El creciente número de programas
de emprendimiento ha desatado una guerra benigna para el ecosistema
emprendedor, pero que al mismo tiempo causa la muerte de muchas ideas.
En la última década la palabra
“emprender” cobró una importante relevancia en el entorno económico mundial y
en la llamada economía del conocimiento. Pasó de ser una definición (“empezar a
hacer una cosa determinada”) a ser un estilo de vida y hasta una vocación de
vida.
En la actualidad para emprender
es necesario profesionalizarse, ya no se trata solo de abrir un local, una
oficina, un taller, una fábrica, etc. Emprender ha evolucionado hasta tomar las
características de una profesión. Es decir, hoy para emprender con una mayor
probabilidad de éxito es necesario profesionalizar nuestro proyecto
emprendedor.
En los últimos años, en México y
el mundo han surgido miles de carreras, cursos y talleres en universidades,
incubadoras y aceleradoras, todo dirigido a profesionalizar a los
emprendedores. Esto es bueno, sin embargo, al mismo tiempo se ha desatado una
guerra de metodologías de emprendimiento que está dejando emprendimientos
heridos, fallecidos y hasta estafados.
En más de una década de dar
seguimiento a la evolución del ecosistema emprendedor he sido testigo de un
buen número de historias de emprendedores y startups que se sienten víctimas.
Y es que cada vez son más los
programas de emprendimiento en el mercado y, por su puesto, todos aseguran
tener la mejor metodología jamás creada. Presumen metodologías reconocidas por
el Instituto Nacional del Emprendedor (que es de gran valor) o por algunos
otros organismos, universidades e instituciones nacionales e internacionales
enfocadas a impulsar el emprendimiento.
Esta guerra de metodologías es
fabulosa porque cada vez hay más y mejores opciones para emprender de manera
más fácil y acelerada, sin embargo, esta misma beligerancia está dejando en el
camino muchos emprendedores que no encuentran el centro de incubación con el
valor ético de decirles que a su proyecto le iría mejor con la competencia o
con otro programa más enfocado.
Y honestamente veo pocos
programas de incubación que no ven al emprendedor como un número al que van a
sumar a sus cifras para presumirlas, sin importar si su metodología es la
adecuada para el proyecto o para la personalidad del emprendedor. Lo que
importa es sumar emprendedores, ya sea para presumir las cifras o para contar
con mayores recursos del gobierno o clientes que paguen sus servicios.
Ahora que cada vez son más
especializados los programas de emprendimiento y con metodologías cada vez más
focalizadas en un tipo de negocio o sector es importante ayudar a los
emprendedores a encontrar la mejor opción para incubar su idea y que ésta no
muera o quede gravemente herida en el camino.
Recordemos, además, que no todas
las personas están hechas para lo mismo, por lo que un boot camp puede
funcionar para cierto número de emprendedores, o una incubación tipo
escolarizada puede servir a otros; pero también habrá un número de
emprendedores autodidactas que pueden funcionar con programas a distancia o en
línea y otros que solo se motivan con sesiones presenciales.
El objetivo, desde mi punto de
vista, es saber colocar al emprendedor en el lugar más acorde para su idea o
negocio y relacionar su personalidad con la metodología más adecuada para él y
su proyecto; esto evitará que muchos proyectos mueran en el camino y ayudará a
un número cada vez más importante de emprendedores a evitar sentirse frustrados
por pagar o participar en un programa en el que no se sienten atendidos o donde
piensan que pagaron en vano.
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