Una economía amenazada por los
populismos
FORBES- 7 de diciembre de 2018
Brexit, Cataluña, Guerra
comercial. Estos términos inundan las portadas de los diarios. Corrientes
populistas ganan terreno, a la vez que amenazan una economía cada vez más
incierta.
El auge populista sigue acechando
a la economía global. En los últimos años, una infinidad de corrientes
ideológicas en las que el populismo o los sensacionalismos circulan y penetran
en el mundo con gran éxito. Podemos ver como estas políticas, que a priori
parecían simple palabrería, están generando tensiones en incertidumbres que
amenazan la estabilidad económica global.
Casos como el de Reino Unido,
Cataluña, o, quizá el más importante de todos, el caso de Donald Trump, son
claros ejemplos de la penetración de unas corrientes populistas donde las
emociones y el contento generalizado del pueblo, empieza a primar sobre la
propia racionalidad económica y política.
En los últimos meses hemos visto
como se desencadenaban unas tensiones comerciales, pudiendo considerarse una
guerra comercial en materia arancelaria, entre las dos principales economías
que lideran el mundo hoy. Unas corrientes populistas en las que el
proteccionismo primaba sobre la apertura y la cooperación internacional,
amenazando así a uno de los principales motores de la economía.
Como se puede observar, esto no
es un caso aislado. En los últimos días, así como ocurrió con Donald Trump y el
auge proteccionista, Londres avanzaba en las negociaciones de Brexit con
Bruselas con el fin de lograr un acuerdo. Según declaraciones del Banco de
Inglaterra tras el principio de acuerdo con la presidencia, el Brexit habría
desencadenado una situación de desaceleración económica en Reino Unido, siendo
peor que la propia gran recesión de 2008.
Como digo, casos que muestran
cómo esta, precipitada e impulsiva, toma de decisiones por parte de “gobiernos
progresistas” -como los he denominado- podrían haber desencadenado una serie de
efectos negativos para la situación económica y política de los países. Sin
embargo, el auge populista que estos generaban y las sensaciones en la ciudadanía
los llevaron a hacerse con las urnas.
Podríamos seguir citando ejemplos
de cómo esto está ocurriendo en un contexto global. Tan solo hace falta echar
la mirada a Cataluña, Venezuela o Italia, donde sus líderes políticos siguen
vendiendo unas expectativas que, por un lado, contentan a un pueblo que precisa
cambios, pero que, por el otro, dañan el estado de bienestar que este posee. Un
estado de bienestar que no está incluido en los intereses de estos gobiernos
extremistas.
Debemos entender que, si hay algo
que daña la economía, de una forma muy grave, por cierto, esto es la
incertidumbre. Una incertidumbre que no cesa sus amenazas hacia una economía
que lo que menos necesita en este momento son incertidumbres. Una incertidumbre
que ha llevado a correcciones a la baja a una economía global que prometía
crecimientos del 4%.
Estamos ante un contexto
económico muy incierto. Una deuda que sigue apretando; unas tensiones que
amenazan, como he dicho, uno de los principales motores de la economía; una retirada
de estímulos cada vez más inminente; una desaceleración en las economías
emergentes; en fin, un sinfín de situaciones que atacan la economía global, y,
por ende, su crecimiento.
Para colmo, ahora aparece un
innumerable grupo de corrientes populistas que agravan la situación y que, muy
lejos de normalizar la situación, muestran arrebatos sensacionalistas que
agravan dicho contexto. Como he dicho, un grupo de “gobiernos progresistas”
que, no solo engañan a un pueblo con ansia de cambio, si no que, también,
pretenden dañar una economía global amenazada por la incertidumbre.
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