Entre incertidumbre y
polarización se va el 2018
FORBES- 29 de diciembre de 2018
El próximo año será definitorio
para los escenarios regionales próximos, se necesitan liderazgos sensatos,
objetivos y contundentes, dispuestos a asumir lo propio de los roles
concebidos.
El cierre de 2018 llega y
refuerza la incertidumbre, la polarización y el sinsabor que durante el año se
asomaron a lo largo de las elecciones celebradas alrededor del mundo, los
acuerdos comerciales alcanzados a fuerza de presiones arancelarias, de alianzas
y antagonismos.
El mundo pasó por un reajuste
geopolítico que se vivió al ritmo de los procesos electorales en cada
continente y la voz del neo populismo impregnó diversos escenarios, al grado de
ser una constante discursiva de los gobiernos emergentes.
El papel de las redes sociales en
este 2018 fue clave en la definición de tendencias, tanto para los resultados
electorales como para la mediatización de temas de interés global.
Durante los pasados doce meses,
vimos la elección de todo, la creciente impopularidad del presidente Trump, la
vehemencia con la que defiende la construcción del muro y la fuerza con la que
los escándalos ponen en el ambiente el tema de su destitución, la elección de
una mujer latinoamericana a la Asamblea General y el triunfo femenino en
escenarios políticos alrededor del mundo.
La Unión Europea en la antesala
del Brexit y la idea de desarrollar un proyecto de protección militar europeo,
han restado estabilidad a la OTAN y abren de nuevo el debate nacionalista al
interior de los países de la Unión.
En América Latina, la crisis
venezolana, la abundante migración y la desigualdad económica abarcaron este
2018 en las agendas nacionales e internacionales. Los organismos
internacionales señalan la creciente desigualdad como efecto directo de la
arraigada corrupción y la falta de transparencia en el uso de los recursos,
muchos de ellos provenientes de programas de financiamiento internacional para
el combate a la pobreza.
México cierra el año de manera
intensa, hasta inverosímil. El país más polarizado que nunca, las benditas
redes sociales como escenario para el debate político y un joven gobierno que además
de las vicisitudes normales de la transición, enfrenta una crisis política que
se agudiza ante un discreto manejo de la misma.
El debate en torno al lamentable
fallecimiento de la gobernadora de Puebla y su esposo, no sólo pone de
manifiesto la insensibilidad política y la falta de empatía, expone la
deshumanización de la política mexicana. Esa que, quizás fue generada por los
mismos desencantos y desencuentros entre la población y la clase política desde
hace años.
Sin embargo, preocupa que, en un momento
en el que urge el llamado a la unidad nacional y a la verdadera reconciliación,
la línea de comunicación evoque los mensajes que hemos visto en liderazgos
controvertidos y demagógicos de otros países, como es el caso de las
innumerables disculpas y excusas bajo las cuales el presidente Trump, Erdogan,
Maduro, Putin y Al Assad, responsabilizan a grupos sectarios, contrarios y no
afines de consecuencias y eventualidades desarrolladas en cada una de sus
agendas nacionales.
Desde diferentes frentes se llama
a la unidad, pero seguimos escuchando el qué y no el cómo. En 2019, se deben
dejar atrás los permanentes discursos de campaña, los candidatos eternos, y las
descalificaciones recurrentes. Son muchos los retos que se enfrentan, los
desafíos que deberán superarse. Es un año definitorio para los escenarios
regionales próximos, se necesitan liderazgos sensatos, objetivos y
contundentes, dispuestos a asumir lo propio de los roles concebidos.
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