Diseño y tecnología en la era de
la hiperatención
FORBES- 8 de octubre de 2018
En la era de la hiperatención, la
saturación de información disminuye nuestra capacidad de extraer significado a
las cosas y se atenúa la satisfacción que podríamos experimentar.
Hoy la tecnología nos promete
conectarnos no sólo con nuestros dispositivos personales, sino con cada uno de
los objetos, muebles y máquinas con los que interactuamos. Un refrigerador
inteligente tiene la capacidad de notificarnos que nos hace falta leche y
ordenarla automáticamente. La variedad de sensores disponibles nos podrían notificar
incluso cuando un plátano se está echando a perder. Muchos de los artefactos
con los que convivimos son capaces de hablarnos. En este contexto de
saturación, lleno de alarmas y notificaciones, se vuelve más complicado
concentrar la atención en las cosas que realmente importan.
Muchas compañías están peleando
por captar nuestra atención. Los desarrolladores detrás de gigantes como
Instagram, Facebook, Netflix y Spotify lanzan interfaces diseñadas para
persuadirnos a mantenernos conectados. Cada minuto que pasamos en estas
plataformas aumenta el valor de sus acciones, su rentabilidad se define en
función de su capacidad por maximizar el tiempo que pasamos en la pantalla.
Las personas pasan en promedio 50
minutos al día en Instagram, Facebook y Messenger, reveló Mark Zuckerberg en
este artículo, es decir, más del tiempo promedio que dedican a hacer ejercicio,
leer, socializar o cocinar. No se trata de decir si está bien o mal, sino
señalar que las compañías, en el afán de aumentar sus ganancias o mantener su
modelo de negocio, se valen de técnicas de persuasión para mantenernos
conectados. Si la atención se ha convertido en una moneda de cambio es
precisamente porque no es infinita.
De acuerdo a Byung-Chul Han,
vivimos en una era de hiperatención que se caracteriza por una atención
dispersa, que cambia constantemente de foco entre diferentes tareas, fuentes de
información y procesos; fenómenos como la procastinación o el multitasking
están relacionados a este cambio de foco en la atención.
Para tratar de contrarrestar los
fenómenos que se viven en cada época, surgen ideologías, en este caso destacan
Calm Technology y Time Well Spent.
Calm technology es el nombre de
una corriente de diseño que fomenta la creación de tecnología que ayude a las
personas a cumplir sus tareas con el menor “costo mental” posible. Tiene sus
orígenes en un texto de 1996 titulado “La Computadora del Siglo XXI” en el que
Mark Weiser imagina un futuro en donde la tecnología desaparece en el entorno
de la vida diaria y pasa a ser usada sin que seamos conscientes de su
existencia. La electricidad es un ejemplo, la utilizamos todo el tiempo, nos
ayuda a realizar otras tareas pero no nos damos cuenta de que está ahí.
La pluma “bamboo spark” es un
buen producto de calm technology, ésta permite escribir sobre papel al mismo
tiempo que digitaliza todo el contenido, sin que el usuario esté consciente de
la tecnología que está detrás. Además, no fomenta la distracción ya que sólo
sirve para escribir o dibujar.
Time Well Spent
Desde 2013 el Center for Humane
Technology ha impulsado Time Well Spent, un movimiento que trata de revertir
los efectos negativos que la “batalla por la atención” ha traído a la salud
mental y las relaciones sociales. Su lema es: “realineando la tecnología a los
mejores intereses de la humanidad”.
Esta iniciativa invita a las
personas a tomar acción a partir de intervenciones básicas en los smartphones:
desactivar todas las notificaciones excepto las que son de personas para evitar
interrupciones innecesarias, o comprar un reloj despertador y cargar el
teléfono lejos de la cama para no mirarlo al despertar. Uno de los pilares más
importantes de esta iniciativa es hacer conciencia entre los ingenieros,
diseñadores y desarrolladores, para que la tecnología que ponen en manos de las
personas fomente valores como la libertad de decisión y ayude a aprovechar el
tiempo en lo que “realmente importa”.
Franco Berardi explica en su
libro La Fenomenología del Fin, que la saturación de información hace que decrezca
nuestra capacidad de extraer significado a las cosas, es decir, cuando hay
tanta información es menos probable que nos detengamos a analizarla. El autor
va más allá, afirmando que el incremento de los flujos de información nos está
haciendo perder la sensibilidad: a mayor cantidad de estímulos menor es la
sensibilidad y menor es el placer que somos capaces de experimentar.
Si la manera en la enfrentamos
los flujos de información está transformando incluso la forma en la que
analizamos y disfrutamos el mundo a nuestro alrededor, me parece importante que
como usuarios seamos conscientes de las consecuencias de nuestros hábitos; y
como diseñadores o personas que intervienen en el desarrollo de tecnologías, es
imperativo que seamos intencionales en las decisiones que tomamos. El diseño
centrado en los usuarios, el diseño de servicios, el diseño estratégico y demás
corrientes no sólo se tratan de facilitar las tareas de las personas; en su
nivel más fundamental, el diseño debería de abogar por los mejores intereses
del ser humano.
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