El cambio climático: llegamos ya
a la hora cero
FORBES- 18 de octubre de 2018
La indiferencia e indolencia del
ser humano solo llegará cuando se manifiesten los terribles efectos en la vida
cotidiana. Hasta entonces las vestiduras se rasgarán y se pondrá atención al
tema.
La semana pasada, el Panel
Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC) advirtió en un
informe que la humanidad tiene hasta el 2030 para limitar el calentamiento
global a un máximo de 1.5 grados centígrados o correr el riesgo de enfrentar
las graves consecuencias del calor extremo, sequías, epidemias, migraciones
masivas, conflictos, inundaciones y pobreza globalizada.
La advertencia no es la primera y
desafortunadamente, puede volver a quedar en el olvido en tan solo unos días.
La indiferencia e indolencia del ser humano solo llegará cuando se manifiesten
los terribles efectos en la vida cotidiana. Hasta entonces -cuando ya sea
demasiado tarde- las vestiduras se rasgarán y se pondrá atención al tema.
El panel integrado por los
principales científicos del mundo advirtió que entramos en una espiral crítica.
Las decisiones, acciones y programas deben comenzar de inmediato o los cambios
en el clima afectarán muy pronto y de manera directa la salud y los ecosistemas
de la Tierra de manera irreversible.
Los efectos previstos comenzarán
a manifestarse en el corto plazo:
Más de la mitad de la población
del mundo enfrentará la falta de agua.
Casi el 70% de la población
estará expuesta al consumo de alimentos y agua contaminada o en condiciones muy
por debajo de las normas actuales.
Aumentarán las muertes y
enfermedades por cáncer, diabetes, calor, obesidad, cardiacas, pulmonares,
contaminación e infecciones.
Mayores inundaciones, sequias,
olas de calor, tormentas, incendios forestales, ruptura del ciclo de cultivos,
el nivel de los mares podría aumentar entre 10 y 15 centímetros; con todo lo
que implica en costos económicos, demográficos y ambientales.
Más de la mitad de los hábitats
naturales, bosques, zonas de reserva, selvas y valles quedarán convertidos en
tierras estériles, condenando a la extinción a la fauna y flora.
La sobrepoblación originará
grandes flujos migratorios incontrolados acarreando conflictos y tensiones
políticas.
Las masas de hielo polar,
glaciares y permafrost se extinguirán más rápidamente y de forma irreversible.
Los océanos se convertirán en
zonas muertas, sobreexplotados y contaminados dejarán de ser una fuente de alimentación
y contribuirán a extender grandes volúmenes de basura y desechos químicos y
nucleares.
A los escépticos todavía les
parece exagerado, millones de dólares se invierten en publicidad falsa para
esconder la gravedad de la situación y la corrupción sigue imperando como
mecanismo para facilitar la acción depredadora de grandes corporativos.
Limitar el calentamiento global a
1.5° C comparado con la era preindustrial requerirá cambios rápidos, radicales
y de gran alcance en la generación y consumo de energía, la industria, el
transporte, comercio, vivienda, basura y protección ambiental.
Para los gobiernos, se agotó el
tiempo de debates, discursos y complicidades. Para las empresas llego la hora
para desarrollar nuevas tecnologías y procesos de cambio ambientalmente
responsables.
Para todos, es el momento de
actuar. Desde la organización política, la información, los comentarios y el
fortalecimiento de redes de influencia en el tema, como para informar,
presionar y participar en los cambios requeridos en los sistemas social y
económico.
Incluso desde la oficina, el
cuidado personal y los hábitos cotidianos podemos tener un impacto positivo y
fomentar una cultura de cambio. Contribuciones directas se pueden tener desde
el cambio en el consumo de productos que no cumplan con las condiciones de
reciclaje, inocuidad y biodegradación. Todos los materiales químicos que usas
representan un
En el consumo de alimentos los
datos son contundentes: la agricultura produce un tercio de las emisiones
globales de gases de efecto invernadero. Los productos cárnicos y lácteos
generan casi la mitad de esas emisiones; es decir, son mayores que las
descargas combinadas del transporte (avión, tren, automóvil, autobús y barco)
en todo el mundo.
Muy pocas compañías de alimentos
se preocupan por reportar actividades y mucho menos asumen los compromisos para
reducir el impacto ambiental negativo. La mayoría de la gente no percibe el
grave impacto del uso generalizado de fertilizantes, la emisión de metano y
estiércol a la atmosfera; el envío de miles de litros y toneladas de desechos a
ríos y mares como efecto de las matanzas y la defaunación y deforestación para
crear zonas agrícolas y ganaderas.
El cambio climático debe
obligarnos a un cambio de mentalidad y de generar la disciplina y cultura
necesarias para hacerle frente. Nuevamente, seamos ambiciosos y creativos, para
aportar algo se puede partir de generar hábitos de transporte, consumo, menos
plásticos, concientización, el cuidado de las zonas verdes, el turismo
sustentable, sociedad ecológica, manejo consciente de desechos personales;
lucha contra el maltrato animal, un estilo de vida y una dieta ambientalmente
responsables.
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