Gestión de reputación, no vanidad, si
inversión
FORBES- 13 de noviembre de 2018
La gestión de la reputación es
uno de los retos a los que se enfrentan las empresas y sus marcas en la
actualidad. A nivel global la reputación se ha convertido en el tercer riesgo
más relevante.
La gestión de la reputación es
uno de los retos a los que se enfrentan las empresas y sus marcas en la
actualidad. A nivel global la reputación se ha convertido en el tercer riesgo
más relevante para los ejecutivos (KPMG, 2017). En México, el 52% de las
empresas manifestaron que proteger y mejorar la reputación de la organización
es uno de sus principales objetivos, de acuerdo con el estudio “Perspectivas de
la Alta Dirección en México 2018” de KPMG.
Sin duda el crecimiento
exponencial de la difusión de noticias y sobre todo de las “fakenews”, así como
la inmediatez de las comunicaciones han contribuido en el incremento de la
desconfianza de las audiencias, y por consecuencia en la relevancia del riesgo
reputacional y la complejidad de la gestión de los intangibles. De acuerdo con
el Digital News Report 2018 (Reuters Institute) más de la mitad (54%) de los
encuestados están preocupados por identificar ‘what is real or fake’ cuando
piensan en noticias online.
De acuerdo con el estudio, los
smartphones son utilizados por casi el 75% de las personas para consumir
noticias. Y en común con otros países de la región, las redes sociales Facebook
y WhatsApp son las principales para informarse.
Ante estos desafíos, qué están
haciendo actualmente las organizaciones para generar o fortalecer su
reputación, cómo gestionan la comunicación de sus marcas para mejorar su
posicionamiento ante los públicos de interés. Cómo deciden qué comunicar y a
través de qué medios de comunicación o qué redes sociales. ¿Las empresas saben
qué se está diciendo de sus marcas? ¿Pueden interpretar un sinnúmero de datos e
indicadores que arroja actualmente el “data analytics” y asociarlo con el
desempeño y éxito de su negocio?
Estas son algunas de los
cuestionamientos a los que se enfrenta la alta dirección de las empresas.
Desafortunadamente, algunos directivos perciben a los medios de comunicación y
a las redes sociales como catalizadores de los riesgos o de las crisis; y en el
mejor de los casos comprenden que los medios de comunicación pueden ser un
enlace con sus públicos de interés, sin tener claro cómo iniciar el diálogo y
formar parte de la conversación.
Para resolver estas preguntas,
repasemos cuatro puntos clave de cómo gestionar la reputación de la empresa y
navegar entre las “aguas turbias” de las fakenews.
Escuchar y definir indicadores.
El objetivo es identificar si los públicos de interés conocen nuestras empresas
o marcas, qué saben de ellas y qué atributos valoran. Activar monitoreos y
medir la información. A partir de ahí evaluar y definir los indicadores y las
metas que queremos alcanzar. Este ejercicio debe estar alineado a los objetivos
del negocio.
Elaborar el mapa de comunicación.
Una vez definida la meta, seleccionar los medios que tienen mayor impacto
(credibilidad y alcance) en nuestros públicos de interés, los atributos a
posicionar, la definición de mensajes y la narrativa a transmitir, para
aplicarse en un plan de medios. En la medida que tengamos integrados los
objetivos de negocio, con los objetivos de comunicación y sus indicadores de
reputación a este mapa, podremos asegurar la eficiencia y eficacia, así como el
valor estratégico de nuestro mapa de comunicación.
Implementación flexible. A la
hora de llevar a la práctica el mapa de comunicación tendremos que estar
abiertos a formar parte de conversaciones complejas. A veces escuchar a los
clientes o detractores “duele”. No obstante, en la medida que ejercemos nuestra
comunicación con transparencia, que compartimos información y asumimos nuestra
responsabilidad ante los públicos, ellos nos conocerán mejor, valorarán y
respetarán la apertura de la empresa.
Evaluar para tomar decisiones.
Posteriormente evaluamos la operación de las tácticas y herramientas de
comunicación, y también su impacto reputacional, es decir verificamos si
cumplimos los indicadores estratégicos. Y aquí nos regresamos al primer punto.
Escuchar de nuevo y tomar decisiones.
Este ejercicio de comunicación
estratégica podrá contribuir en la generación y fortalecimiento de la
reputación en la medida que sea una práctica permanente y forme parte de los
ejes prioritarios de la organización. El CEO y la Alta Dirección tendrán que
estar convencidos que el invertir en la reputación impacta en los resultados de
negocio, minimiza el riesgo y genera valor para la empresa.
Como dijo el filósofo Henry Amiel:
“Cuida tu reputación, no por vanidad, sino para no dañar tu obra, y por amor a
la verdad”.
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