Suenan más fuerte tambores de recesión global
FORBES- 23 de agosto de 2019
Grandes economías en Europa y
Asia reflejan el fuerte impacto negativo de las tensiones comerciales y la
caída en la demanda global. Mientras que los países emergentes se desaceleran.
La economía global se enfrenta a
una dura situación. Una situación en la que la economía, en su conjunto,
muestra una generalizada e intensa desaceleración económica. Desaceleración que
ha llevado a economías con gran potencial y líderes en la economía mundial a
una tortuosa situación en la que el pesimismo de los indicadores pone de
manifiesto la gran vulnerabilidad que poseen. La de los registros ha causado
una sensación amarga en los analistas.
Grandes economías que, a priori,
mostraban una fuerte consolidación en sus crecimientos, así como una mayor
robustez ante posibles shocks en el escenario económico experimentan nuevos
reajustes, a la baja, que lastran sus datos de crecimiento. La economía se
desacelera y los tambores de recesión resuenan cada vez más fuerte en la
economía global. El pesimismo es generalizado y el entramado de riesgos e
incertidumbres, que provoca el deterioro que está experimentando el balance de
riesgos a nivel global, sigue acechando una economía cada vez más debilitada.
Economías, a priori, robustas
como la europea ya muestra grandes signos de desaceleración económica. Signos
que auguran recesión en grandes economías líderes como es el caso de Alemania.
La locomotora económica europea, que ya experimentaba una fuerte moderación en
los crecimientos tras los registros que dejaba la actividad económica y la
producción industrial, intensifica sus caídas tras la lectura del último
registro acerca del crecimiento cosechado en materia PIB durante el segundo
trimestre.
Un registro que, aunque se preveía
más negativo de lo pronosticado, ha dejado a Alemania al borde de la recesión
técnica, tras contraerse en un -0,1%, en contraste con la lectura del primer
trimestre. La caída que ha experimentado la demanda global, dada la guerra
comercial que mantienen los dos principales bloques económicos del mundo, China
y Estados Unidos, ha abierto una fuerte brecha en una economía en la que el
peso del comercio exterior supedita, con gran peso en el Producto Interior
Bruto (PIB), el crecimiento económico y el desarrollo en el país.
Alemania, junto con China y
Estados Unidos, es uno de los principales agentes de comercio en los mercados
internacionales. Su fuerte apuesta por el comercio global ha llevado a que gran
parte de la economía sea completamente dependiente del sector exterior. La
caída en las exportaciones que propiciaba un dificultado escenario de tensiones
y paralización de la actividad comercial en el escenario global ha provocado
que el gran peso de las exportaciones en la economía germana merme el progreso
económico del país, hasta el punto de llevarlo al borde de la recesión.
De igual forma que Alemania,
otras economías de la zona euro también se encuentran en serios riesgos y con
enormes vulnerabilidades ante posibles cambios en el ciclo económico. España o
Italia, dos grandes economías de la Unión Europea, también experimentan los
efectos de una desaceleración económica y, pese a que España no se ha visto
sometida a una recesión técnica como sí lo ha hecho Italia, el bloqueo político
que presenta el país y la ausencia de nuevas reformas para paliar los efectos
de la desaceleración la pone en el punto de mira de los analistas.
Por otro lado, Reino Unido
también sigue perdiendo impulso debido a los impulsos secesionistas que llevan
al nuevo líder conservador británico a afirmar que Reino Unido dejará la Unión
Europea al precio que haga falta. Un precio que, efectivamente, está mermando
el crecimiento de la economía británica, que, junto con la fuerte caída que
experimenta la libra de forma continua, ponen de manifiesto la importancia de
acuerdos que garanticen la institucionalidad en el país ante los discursos
populistas de los líderes que desean acabar con la economía por propios
intereses.
Cambiando de continente, otra de
las grandes economías amenazadas, y quizá la más preocupante por su implicación
en el asunto, es China. Con preocupante me refiero a que China, un país que
está registrando una de las mayores moderaciones en los crecimientos tras una
dura desaceleración que experimenta la economía china desde 2010, se encuentra
en el epicentro del conflicto más importante que vive la economía en el
escenario económico actual. Como hemos dicho, el importante peso del comercio
en su PIB supedita la economía del país a la evolución de los acuerdos comerciales
con el que, hasta ahora, había sido su principal socio comercial.
La economía china experimenta una
fuerte reducción en las exportaciones, dado el escenario que vive el comercio
global. Una situación que ha llevado a la economía china a cosechar su peor
nivel de crecimiento de los últimos 30 años, distanciando al país de su
objetivo de duplicar el PIB del país para el 2020. Los acuerdos bilaterales
entre China y Estados Unidos se encuentran paralizados, a esperas de que el
conflicto comercial, y de divisas, se solucione y devuelva al escenario
comercial y los mercados a su estado normalizado.
Otras economías que atraviesan
una dura situación, esta vez más por el lado de las emergentes, son las
economías de México y Argentina. Dos de las principales economías
latinoamericanas y que no atraviesan un buen momento para su economía. Pese al
optimismo del presidente, en el caso de México, la economía sigue
ralentizándose, provocando, al igual que Alemania, un bordeo de la recesión
tras cosechar un debilitado crecimiento del 0,1%. Unos ritmos de crecimiento
peores de los previstos por la presidencia en el país.
Argentina, en su caso, atraviesa
una situación aún peor, tras cosechar una probabilidad de default, según
Bloomberg, del 75% en su capacidad de pago. Tras la victoria del líder
peronista en el país, ante una esperada victoria de Mauricio Macri en las
urnas, la economía argentina se ha visto abocada al colapso económico,
registrando una devaluación de la divisa de hasta el 32% frente al dólar
estadounidense. Una devaluación que impulsó al banco central a adoptar la mayor
subida de tipos del mundo, situándolos en un 74%, frente al 53% donde se
encontraban anteriormente.
Tras la derrota prevista de Macri
en las urnas, el posible cambio de presidencia alarmó a los inversores, que
huyeron despavoridos de los mercados, provocando abruptas pérdidas de hasta el
38% en la bolsa de Buenos Aires. Los valores caían a niveles de hasta el 60%,
mientras que la economía experimentaba un lunes negro teñido de rojo en los
mercados. A la misma vez, la prima de riesgo se disparaba a niveles
desorbitados en el país, reflejando esa débil capacidad de pago y el posible
colapso financiero en el país. Una situación que elevó la rentabilidad de los
bonos argentinos a tasas de rentabilidad con elevados costes de financiación.
La economía está atravesando una
dura situación en el escenario global. Los países muestran una desaceleración
más pronunciada de lo esperado y los crecimientos muestran una clara tendencia
subyacente de desaceleración económica. Las incertidumbres y los riesgos que
sacuden a la economía mundial moderan los crecimientos, a esperas de una
resolución y la aplicación de políticas acertadas que traten de revertir una
situación catastrófica para la sociedad, en su conjunto.
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