En 2019, el cliente ya no (siempre) tiene la
razón
FORBES- 29 de agosto de 2019
Durante décadas, ha sido
fundamental en la política ambiental de Brasil proteger la selva, no obstante,
a partir del actual gobierno, se han retirado medidas que la protegen.
¿Qué significa que “el cliente
siempre tiene la razón”? Simple: Significa que el cliente quiere esto (pon aquí
lo que sea), lo quiere ya, al menor coste posible, con la máxima producción y
esperando obtener el máximo beneficio. Actuar así nos ha llevado a un momento
de la historia donde tenemos un planeta al límite y un colapso anunciado.
Aunque no hay un dato exacto
sobre quién fue el primero en usar esta frase, distintas fuentes marcan sus
inicios alrededor de 1900, popularizada sobre todo por tres empresarios de
Estados Unidos: Harry Gordon Selfridge, John Wanamaker y Marshall Field.
Pensar que el cliente siempre
tiene la razón ha impulsado una postura donde el cliente quiere todo más
barato, en el menor tiempo posible, llegando a la mayor cantidad de gente
posible, para que le compren lo máximo posible.
Deconstruyamos todo esto:
1) “Más barato, en el menor
tiempo posible” = Explotación laboral: Laboralmente hablando, el tiempo se ha
convertido en una unidad de medida, y en una lógica capitalista, es mejor quien
más trabaja, quien más produce. De esta
manera, el tiempo es mercantilizado, destinado a la producción y limitado al
descanso: la educación se ha convertido en una fábrica de empleados e
instrumentalización del capital humano: carreras como administración y derecho
tienen mayor demanda que filosofía o artes.
Esta precariedad laboral es
producto directo del capitalismo, la eficiencia se mide en términos de mayor
producción al menor coste, donde los trabajadores son los sacrificados. Ejemplo
de ello, Amazon, una de las compañías más grandes, que ha sufrido denuncias,
huelgas y demandas, pero claro, no es la única parte maltratada. Decir “el
cliente siempre tiene la razón” nos ha llevado a entender un sistema muy
precario donde se explota al trabajador, al intermediario y, sobre todo, al
planeta.
2) “Llegando a la mayor cantidad
de gente posible” = Consumismo absurdo y desmedido. Actualmente recibimos más
de 5000 anuncios publicitarios al día, transmitir un anuncio de 30 segundos en
el Super Bowl cuesta más de 5 millones de dólares, y no solo eso: cada vez son
más los espacios publicitarios: videojuegos, salas de espera, apps móviles,
todo espacio de interacción humana es susceptible de convertirse en espacio
publicitario.
Adicional a esto, celebrar se ha
convertido en sinónimo de comprar y, cuando se trata de las festividades, cada
vez sorprende menos ver tiendas departamentales vendiendo adornos de Halloween
en septiembre o temáticas navideñas en octubre. La publicidad ha logrado que la
satisfacción y la felicidad sean un producto y que los comportamientos humanos
sean simplemente estereotipos de género que responden a objetivos creados por
un briefing de marca “aspiracional”.
3) “Para que me compren lo máximo
posible” = sometimiento del planeta. El capitalismo, en palabras de la
activista, filósofa y ecofeminista Vandana Shiva, “es fruto de la prolongada
explotación masculina, acumulativa y destructiva”. Un elemento central en ambos sistemas es el
sometimiento. Para entender el contexto de sometimiento del Planeta, acá van
algunos datos:
Según un estudio publicado en el
Journal of consumer research, los comportamientos ecológicos como el reciclaje
y el uso compartido del automóvil se consideran “femeninos” y, por lo tanto,
hay menos hombres interesados en salvar el planeta que las mujeres.
Por otro lado, la actual crisis
en la selva tropical del Amazonas. Durante décadas, ha sido fundamental en la
política ambiental de Brasil proteger la selva, no obstante, a partir del
actual gobierno, se han retirado medidas que la protegen y, por el contrario,
fomentan industrias como la ganadera, la tala ilegal, además del despojo de
tierras indígenas.
Desde su campaña presidencial, en
2018, Bolsonaro planteó que las tierras protegidas de Brasil eran un obstáculo
al crecimiento económico y prometió abrirlas a la explotación para fines
comerciales, además, ha rechazado la idea de mantener las reservas de tierras
indígenas: “no habrá un solo centímetro cuadrado demarcado como reserva
indígena”. Desde enero de 2019 a la fecha, se han reducido financiamientos a organizaciones
que protegen los Derechos Humanos de pueblos Indígenas, ha habido apertura a
industrias como la agricultura, y se ha vulnerado la selva del Amazonas.
Despojo de tierras indígenas,
políticas que vulneran la selva del Amazonas con el fin de impulsar la
industria y el crecimiento económico. Esto es un ejemplo claro, como menciona
la misma Shiva, de cómo estamos empobreciendo el patrimonio de la humanidad a
partir de una lógica capitalista y patriarcal, donde el planeta termina
expoliado, y todo mundo quiere sacarle partido.
En sus inicios, la frase “el
cliente siempre tiene la razón” apuntaba a brindar un buen servicio, sin
embargo, los tiempos cambiaron. Seguir viéndolo de esa manera es fomentar la
precarización del trabajo y el sometimiento capitalista de recursos humanos y
naturales.
Para poder afrontar las
problemáticas de hoy en día, en relación al medio ambiente y la justicia
social, es necesario dejar de decir que “el cliente siempre tiene la razón” y
ayudarle al cliente a entender, que quien tiene la razón hoy en día y la ha
tenido siempre es el planeta.
Como clientes es momento de
rodearnos del mejor talento capaz de ayudarnos a entender las problemáticas
actuales y los territorios donde nuestras empresas y marcas pueden y tienen que
aportar soluciones que ayuden a frenar el impacto producido, por ser ésta la
única manera de que dichas empresas se aseguren el seguir existiendo durante
las próximas décadas.
Como proveedores es momento de
exigir justicia social a nuestros clientes en términos y condiciones de pagos,
así como de comprometernos al respeto y cuidado medioambiental con cada cosa y
proceso que ofrecemos a nuestros clientes.
Como consumidores es
imprescindible entender que la forma en la que estamos consumiendo está
teniendo consecuencias medioambientales que ya podemos ver de forma
alarmantemente cotidiana en nuestras vidas: anualmente, alrededor de 8,300
millones de toneladas de plástico terminan en los océanos, el deshielo de
glaciares se acelera debido al calentamiento global y la deforestación a nivel
global continúa.
Según el informe Calentamiento
global de 1.5 ºC del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio
Climático, nos quedan 11 años para revertir este problema y sólo lo lograremos
tomando medidas drásticas.
¿Y adivinen qué? Ninguna de estas
medidas pasa por seguir pensando que “el
cliente siempre tiene la razón”.
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