¿Irías de vacaciones a Afganistán? Entonces,
¿por qué viajas a estos países?
El Confidencial - junio
de 2015
Si alguna vez se ha planteado en
qué lugar del mundo sería más probable caer asesinado, no lo dude: América
Latina es la respuesta. Nada menos que 43 de las 50 ciudades más violentas del
planeta se encuentran en esa región. Brasil ostenta el liderazgo, con 19
ciudades en tan selecto ranking; la sigue México con diez, Colombia con cinco,
Venezuela con cuatro y el llamado Triángulo del Norte (El Salvador, Guatemala y
Honduras), con cuatro ciudades más. Los datos corresponden a la lista de 2014
elaborada por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal
(CCSP-JP), un think-tank que lleva siete años señalando las 50 urbes más
peligrosas del globo.
No esperen encontrar en esta
lista lugares como Kabul o Bagdad ni grandes núcleos del Magreb o Pakistán. De
hecho, no esperen encontrar nada fuera de América. Solamente tres de las
ciudades más violentas del mundo se sitúan fuera del continente americano, y
las tres están en Sudáfrica. En Ciudad del Cabo, Nelson Mandela Bay y Durban,
sus posibilidades de encontrar un final funesto también se disparan
estadísticamente. Si usted no anda de paso por la mitad norte de América Latina
ni por Sudáfrica, entonces con los números en la mano puede respirar tranquilo.
“Los lugares de América Latina
que muestran unos índices de violencia disparados comparten una misma causa
común: la disputa por las plazas del narcotráfico entre dos o más grupos
criminales. Se sostienen en el tiempo pleitos para someter a la sociedad donde
operan, se producen secuestros, cobro de derecho de piso (extorsión), todo eso
provoca que la región presente unos índices tan graves y tan extendidos”,
explica José Antonio Ortega, presidente del CCSP-JP y responsable de este
ranking anual del terror, que va ya por su séptima entrega.
“A pesar de monitorear ciudades
en países en conflicto, sus índices de homicidio doloso no son tan altos como
en las ciudades de la lista. Cuando comenzamos a elaborar el ranking habíamos
incluido a Irak y Afganistán, pero ya quedaron lejos de los niveles de América
Latina. El narcotráfico, el acceso a las armas, la corrupción política, todo
eso contribuye a que la situación no mejore en la región”, considera.
Para elaborar la lista, el
CCSP-JP toma como muestra todas las ciudades del mundo con más de 300.000
habitantes cuyos datos oficiales de asesinatos son accesibles a través de
Internet. Para aquellos lugares que presentan un riesgo claro de manipulación
de cifras o cuyo acceso a las estadísticas es dudoso, se apoyan en los medios
de comunicación locales y otras organizaciones independientes. “El principal
objetivo de este trabajo es presionar a las autoridades y alertar a los medios
de comunicación, organizaciones sociales y académicos sobre esta realidad; no queremos
que quede en una simple lista, sino que sea un motor para impulsar políticas
públicas que mejoren las condiciones en esos lugares”, indica Ortega.
Cada vez más gobiernos utilizan
este ranking para alertar a sus ciudadanos respecto a los viajes a ciertas
regiones. “Sin duda puede servir como un referente para los turistas o
viajeros. Todo el mundo está expuesto, no se trata de una realidad que afecte
solamente a los habitantes de esos lugares”, advierte el analista.
La ciudad más violenta del mundo
En sus próximas vacaciones tal
vez le convenga evitar San Pedro Sula, un cinturón industrial ubicado al
noreste de Honduras. Se ha mantenido como la ciudad más violenta del planeta
por cuatro años consecutivos y marcha sin freno hacia el quinto. Este 2014
registró 171 asesinatos por 100.000 habitantes, un pequeño logro si se
consideran los 189 de 2013. Sin embargo, aumentó su distancia respecto al
segundo clasificado, que vuelve a ser Caracas (Venezuela) por segundo año
consecutivo. “San Pedro Sula es el máximo exponente de la extensión de la
guerra de los cárteles mexicanos hacia el Guatemala, Honduras y el Salvador. En
San Pedro Sula la violencia está fuera del control de gobierno y policía”,
detalla Ortega.
Los únicos dos países de América
que no pueden atribuir su descalabro a su ubicación geográfica en la ruta de la
droga hacia Estados Unidos son Venezuela y Brasil. De hecho, este último
ostenta el aumento de violencia más preocupante del último lustro. En 2011,
Brasil presentó sólo dos ciudades en el ranking. En 2013 el asunto se puso muy
serio con 14 ciudades ultraviolentas, y en 2014 la cifra alcanzó una
escalofriante tasa de 19 urbes entre las más peligrosas del planeta. Casi todas
las grandes ciudades brasileñas (Salvador, Natal, Recife, Porto Alegre o Belo
Horizonte) se encuentran en la lista, pero entre todas ellas destaca Joao
Pessoa. En 2014 fue la cuarta ciudad más peligrosa (79 asesinatos por cada
100.000 habitantes), mientras en 2011 solo ostentaba el puesto 29. Otro ejemplo
de terror es Valencia, en Venezuela. En tres años ha pasado de ni siquiera
aparecer en la lista a instalarse en séptima posición. La capital venezolana,
Caracas, sigue un año más como el segundo punto más oscuro del planeta.
“Generalmente, cuando una ciudad
se dispara en el ranking es debido a que dos o más grupos criminales se están
disputando la plaza. Acapulco es hoy un buen ejemplo de ello. Y al contrario,
cuando vemos una disminución drástica es porque bien uno de los grupos ha
logrado imponerse a sus rivales, o bien porque se ha alcanzado un pacto entre
las bandas y las autoridades locales”, desentraña Ortega.
Así, el hecho de que Medellín
(Venezuela) y Ciudad Juárez (México) hayan reducido notablemente sus tasas de
asesinato no es atribuible al éxito de las autoridades en la lucha contra el
crimen, sino a un pacto mafioso en el caso de Medellín y a la victoria del
cártel de Sinaloa sobre el de Juárez en el caso de la ciudad fronteriza
mexicana. “Desde luego no es deseable que la reducción de la violencia se deba
al proceder de los cárteles en vez de a la acción de los gobiernos. Supone un
pequeño respiro para la población, pero en cuanto el pacto termina o aparece
otro grupo para disputar la plaza la violencia regresa. Es lo que ha ocurrido
en El Salvador: se ha pasado de una tregua entre las maras a una nueva
situación de violencia desatada”, apunta el analista.
En los siete años que lleva
publicando el ranking, Ortega no ha visto que las dinámicas en América Latina
inviten al optimismo, por lo que es de esperar que la región vuelva a copar la
lista de las 50 ciudades más violentas del mundo de nuevo en 2015. “Veo todavía
mucha violencia en la región. Cuanta más fuerza toman los grupos criminales, se
van apoderando de dos monopolios que corresponden al estado: la legítima
violencia y el cobro de impuestos. Esto ocurre en cada vez más lugares, lo que
lleva a un debilitamiento institucional y a la cooptación de algunos políticos
que manejan esas instituciones, ya sea por miedo o corrupción. Por eso, el
primer paso para revertir la situación debe ser el reconocimiento de la
realidad. Hoy, casi ningún país implicado acepta que tiene un problema, y sin
esa base es imposible diseñar estrategias para atacar al crimen organizado”,
analiza el presidente del CCSP-JP. El único país que invita a la esperanza es
Colombia, estado que según el experto “ha desarrollado desde 2002 una política
consistente de no pactar con los criminales sino abatir la impunidad,
ganándoles paso a paso el terreno para reducir progresivamente la violencia.
Colombia debe ser un referente para toda la región en los próximos años”.
La lista tampoco defrauda los
tópicos cinematográficos más extendidos del inframundo estadounidense.
Baltimore, Nueva Orleans, Detroit y San Luis aparecen fieles a su cita con la
élite de la violencia callejera y la inseguridad, siendo San Luis (50
asesinatos por 100.000 habitantes) la que se lleva la más trágica distinción.
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