La disrupción tecnológica (misma) amenaza el
futuro de Uber
Forbes -
jueves, 4 de junio de 2015
La combinación de una innovación
tecnológica en el transporte urbano ha causado un terremoto en los paradigmas
económicos, políticos y sociales del mundo. Quien crea que Uber es sólo una
aplicación, se equivoca. Quien crea que será la última empresa con estos
efectos, también se equivoca.
La necesidad siempre ha estado
ahí: desplazarse desde el punto A hasta el punto B. A lo largo del tiempo, la
necesidad ha cambiado en la forma, pero no en el fondo. Antes eran carrozas tiradas por caballos; hoy
son vehículos. Por su propia naturaleza económica, comercial y productiva, el
desplazamiento entre particulares se comenzó a regular desde hace siglos.
Conforme Uber ha escalado y ha
tocado a actores locales, la controversia se ha desatado a través de
manifestaciones de apoyo o de repudio.
Por ello cabe preguntarse, ¿qué es Uber? ¿Qué paradigmas rompe y por
qué? ¿Cómo escaló Uber? ¿Qué pasa allá a donde va? ¿Qué implicaciones tiene la evolución de
Uber? Y, ¿hacia dónde se dirige?
¿Qué es Uber?
Uber se presentó en 2009 como
parte de una incubadora en la ciudad de San Francisco. Su oferta de valor fue usar una aplicación
que se convirtiera en una alternativa para desplazarse por las grandes ciudades
de forma rápida, programada y más barata que un taxi. Después de levantar
capital, Uber comenzó con una estrategia de prioridades similar a la que ha
seguido la marca de automóviles Tesla.
Primero se concentró en el segmento de la población con más alto poder
adquisitivo y después de dominar dicho mercado, ofreció alternativas para otros
segmentos más económicos.
Muchos gobiernos, sindicatos y
compañías de taxi han protestado contra Uber, argumentando que utiliza
conductores sin licencia de taxista de forma ilegal e insegura. La compañía dice que no se trata de quitar el
negocio al taxi tradicional, sino de ampliar el mercado a través de la economía
compartida. Travis Kalanick, fundador y
director general, va más allá: “Ha habido tanta corrupción y tanto amiguismo en
la industria del taxi, y tanta cautividad reguladora, que si solicitas permiso
frontal por algo que ya es legal, nunca lo conseguirás.” (Crovitz, 2014)
En el mundo emprendedor, Uber es
considerado un unicornio, una de las raras compañías que por los millones de
usuarios que atraen y/o los miles de millones de dólares (mmdd) de ventas que
tienen, están cotizadas en valuaciones de más de 1 mmdd. Con su valuación de 40
mmdd, Uber no sólo es considerado un unicornio, sino que junto con Airbnb,
Dropbox, Pinterest y Snapchat es parte del grupo de los “decacornios”, las
empresas que sin haber debutado en bolsa, ya valen más de 10 mmdd. (Gelles,
2015)
Los números de Uber impresionan a
cualquiera, pues opera hoy en casi 300 ciudades de 59 países del mundo. Su valor en el mercado es el doble que el de
Twitter. Está en pláticas para obtener 2 mmdd de dinero líquido, por lo que su
valuación crecería 25% y la convertiría en el emprendimiento más valioso del
mundo. En palabras de Bill Maris, jefe
de Google Ventures, Uber es ya el emprendimiento de más rápido crecimiento que
jamás haya visto. Además, ya es
rentable, especialmente en los mercados más maduros. Ellos se encuentran en ciudades con mucho
tráfico como Nueva York, Washington, DC, San Francisco, Chicago y Los Ángeles,
en los cuales generó el año pasado entre 1.5 y 2 mmdd de utilidad. (Shontell,
2014)
Pero dentro de todo el dinero que
la empresa recibe hay algo que no se había visto antes: Uber no sólo obtiene
recursos de sus inversionistas y sus clientes, sino que también los conductores
‘invierten’ en la empresa al poner su vehículo particular a disposición de
quien quiera pagarles por transportarlos, lo cual previene la ‘quema’ de
efectivo por inversión en activos. Esto
confirma que la economía compartida –o colaborativa– es un negocio que genera
intermediarios que se vuelven ricos y poderosos por la información valiosísima
que colectan, mantienen privada y utilizan a su favor.
Y, sobre todo, Uber es una de las
organizaciones exponenciales que rompen con nuestras concepciones de una
industria completa. “En lugar de usar
ejércitos de empleados o plantas físicas enormes, es una organización más
pequeña enfocada en las tecnologías de la información, que desmaterializa los
negocios de bienes físicos intensivos característicos del siglo XX, a través de
la creación de nuevos productos y canales de ingresos en sólo meses.” Es decir, la compañía de transporte más
grande y valiosa del mundo, no es dueña de un solo vehículo. (Diamandis &
Kotler, 2015)
¿Qué paradigma rompe y por qué?
El paradigma fundamental retado
por Uber es el del vehículo de alquiler con un conductor, usado por pasajeros
que quieren desplazarse entre dos puntos de su elección. Esto se entendió como taxi desde hace
innumerables décadas. Pero Uber también
hace esto, en lo general.
La situación se vuelve más
dramática por la penetración de mercado de los vehículos y por la intervención
gubernamental. Por un lado, hace 50 años
los automóviles eran un bien de lujo al alcance de muy pocos, por lo que el
taxi era una herramienta de trabajo. Por
el otro, la intervención gubernamental ha ahogado el negocio. Existen altos costos de empadronamiento
–licencia, permiso, pintura, placa–, que combinados con los altos costos de
ineficiencia –tráfico, búsqueda de pasaje– y de operación y mantenimiento han
disminuido notablemente los márgenes de utilidad. Además, los taxistas son un grupo vulnerable,
pues no hay pagos por horas extra ni reposición de salario por enfermedad. Ser taxista no es muy buen negocio hoy.
La situación no es muy diferente
para un chofer de Uber. En países con
bajo índice de desigualdad, los conductores usan sus propios vehículos como
herramienta de trabajo, y así llevarse alrededor del 75% de la tarifa. En países con mayor desigualdad como México
existe un fenómeno singular: hay dueños con lotes completos de autos que
contratan a conductores como choferes particulares y asignan a unidades de
Uber. Pero hay un factor común en ambos
tipos de países: los conductores ven a Uber como una empresa para mantener un
ingreso constante, antes que otros ingresos potenciales más inestables o
impredecibles. Sólo en Estados Unidos, el 61% de los choferes tienen al menos
otro empleo. (Meeker, 2015)
Pero, ¿en qué se parecen o son
diferentes Uber y los taxis? Aquí una tabla comparativa para la Ciudad de
México.
Para sus conductores y pasajeros,
Uber introdujo además un sistema de calificación de la experiencia de viaje, un
sistema de geolocalización y el multiplicador dinámico. De acuerdo con
información proporcionada por la empresa, el multiplicador está en efecto
apenas en 10% de los viajes, pero tiene efectos relevantes. De forma muy
simplificada, cuando hay muy pocos conductores disponibles o cuando hay una
demanda excesiva, se multiplica el precio por un factor, de forma que haya una
calibración directa. Así, los
conductores ganarán más dinero haciendo lo mismo, por lo que tendrán más
interés en salir a conducir. Simultáneamente,
los pasajeros pagarían más de lo normal y tendrían que decidir si quieren el
viaje por ese medio y en ese momento o no.
(Gurley, 2014)
¿Cómo escaló Uber? ¿Qué pasa allá
adonde va?
Aquí se proponen 4 periodos
principales por los que ha transitado Uber en su escalamiento. En primer lugar fue la época de desarrollo y
aceleración, en la que se programó la aplicación a lo largo de cuatro meses y
se comenzó a implementar la versión de prueba en la ciudad de San
Francisco. En segundo lugar fue la época
de expansión en EU, donde superó los primeros problemas legales y se volvió
popular en la compleja ciudad de Nueva York.
La tercera época fue el
desembarco a nivel internacional, el cual tuvo la siguiente estrategia:
La cuarta etapa es la adaptación
total a la localidad, en la que se experimentan servicios y reajustan
costos. Uber ha experimentado con el
envío de comida a domicilio, la entrega de paquetería y la cobranza en medios
de transporte como bicicletas de pasajeros y helicópteros.
También se han ofrecido servicios
diferenciados dependiendo de la demanda local.
En India ofrecieron UberGo, un servicio de transporte en autos compactos
a un precio bajísimo. En Colombia
crearon UberAngel, un servicio nocturno especializado en transportar personas
que han ingerido bebidas alcohólicas. En
Singapur lanzaron UberSuperCar, un servicio para transportarse en autos de
superlujo como Maseratis y Lamborghinis. (Bhuiyan, 2015)
En cuestión de reajuste de
costos, el emprendimiento experimentó en el verano de 2014 bajando en 20% sus
tarifas. Al final comprobó que en ese
rango, a menor precio, no sólo hay mayor demanda, sino mayor utilidad.
De forma interesante, los efectos
y su respectivo orden cronológico al desembarcar en nuevas ciudades, según se
ha descrito en las épocas tercera y cuarta, son similares:
Dentro de todas estas reacciones,
hay algunas negativas que caben destacar:
En un último ejemplo
representativo, hace un año el gobierno de Washington, DC, comenzó a hacer
legislación para incorporar el servicio de choferes privados, o sea lo que Uber
dice que hace. Hoy, esa legislación es robusta y estricta, pero también accesible
para un ciudadano promedio.
Mientras se hacía la legislación
de DC, apenas cruzando el río Potomac –a menos de 5 km de la Casa Blanca– el
gobierno de Virginia se declaró en contra de Uber y lo “apagó” por varias
semanas, bajo amenaza de prohibirlo. ¿Dejaron de operar los choferes de Uber en
una metrópoli de más de 5 millones de habitantes, de los que menos de 1 millón
vive en DC? No. Durante el “apagón forzado” escondían los aparatos y las
calcomanías representativas de la empresa.
Al poco tiempo se hizo una especie de plebiscito y finalmente Virginia
aceptó el servicio.
¿Qué implicaciones tiene la
evolución de Uber?
Implicaciones económicas. La
aplicación de Uber introdujo un sistema de empadronamiento de conductores, así
como un sistema de en que los usuarios califican la experiencia de su viaje con
variaciones que incluyan ruta, estado del vehículo, conductor, entre
otros. Esto disminuye la falla del
mercado conocida como “asimetría de la información”.
La información asimétrica existe
porque el vendedor del producto conoce más y mejor el producto que el
comprador, y esto le permite operar de manera ineficiente. Con los taxis, las personas no saben desde
antes si están bien o mal calificados.
Aspectos como el estado del coche, la atención del taxista o la
eficiencia de la ruta son desconocidos hasta que las personas se suben al
vehículo. Ahora los usuarios cuentan con
más elementos que antes, lo cual sugiere que los gobiernos estarían en
posibilidad de intervenir menos en la industria. Son tantas las variables
consideradas y adaptadas que, por ejemplo, si los conductores manejan 12 horas
ininterrumpidas, no pueden cobrar los viajes extras.
Por otro lado se tiene que tomar
en cuenta la regulación tarifaria. El
algoritmo de Uber le indica al conductor dónde está el pasaje; finalmente un
click es más sencillo y privado que levantar la mano. Pero, por el otro lado, el servicio causa
gran descontento cuando en situaciones críticas como el desalojamiento de
eventos masivos o fenómenos meteorológicos extraordinarios, las tarifas se
multiplican por dos, tres o cuatro veces por el exceso de demanda o la falta de
choferes. Esto último está teóricamente
regulado en las tarifas de taxis.
Otra de las implicaciones es la
de la competencia, pues otras empresas como Blablacara, Yaxi, Cabify, Tappsi,
Easy Taxi, y GrabTaxi, que hayan hecho el “refrito tropicalizado” del modelo de
negocio, ya llamado “uberización”, tendrán premio. Además del valor agregado inherente, gozarán de
la simpatía de la población en la coyuntura actual. Su futuro será más interesante si logran
establecerse en nichos del transporte y su logística, donde a Uber no le sea
redituable entrar. Quizás en el futuro,
el Estado las apoye para evitar que Uber se convierta en un monopolio.
Al entrar en una ciudad, Uber ha
buscado que las tarifas para los usuarios sean entre 20 y 40% más bajas que las
tarifas de los taxis locales, logrando simultáneamente que los conductores
ganen más trabajando lo mismo. Esto ha
desnudado dos cosas: por un lado, la inversión de una persona que se quiere
convertir en chofer usando su propio vehículo es casi nula y amortizable; por
otro, que las imposiciones tributarias de los gobiernos son muy altas y afectan
fuertemente el precio que los usuarios pagan por transportarse.
También hay que recordar que el
precio de Uber no refleja el sobrecosto ocasionado por externalidades
socioeconómicos. La regulación
gubernamental podría ayudar a corregir fallos de mercado que son producto de
los costos de producción y/o consumo que no son reflejados en el precio de
mercado. Un ejemplo serían las restricciones de circulación de vehículos en
horas pico o por elevados niveles de contaminación.
Implicaciones sociales. La
economía compartida está recibiendo un gran apoyo popular. Son cientos de miles de usuarios en países
como México, pero son millones en países como Estados Unidos y Francia. Los primeros defensores de Uber son las y los
jóvenes urbanos, de clase acomodada, expertos en tecnología, que están
dispuestos a pagar un sobreprecio para evitarse la molestia de parar un
taxi. Pero gracias a su sistema de
referencia, uno de los más efectivos de la historia, tiene una masa más amplia
de defensores.
Implicaciones políticas. Hay que
distinguir las reacciones mixtas de los gobiernos. En primer lugar, los gobiernos que defienden
el estado actual de las cosas, ejercen todo tipo de recursos legales para no
permitir la aplicación. Paul Graham ha
dicho sobre ellos que “Uber es obviamente una cosa tan buena que puedes medir
qué tan corruptas son las ciudades por el empeño que ponen en suprimirlo”.
(Graham, 2012)
En segundo lugar están los
gobiernos que priorizan la competencia equitativa. Ellos han tratado de lanzar aplicaciones para
un transporte unificado de taxistas, de forma que puedan enviar unidades con la
misma eficiencia que Uber. En tercer
lugar están los gobiernos pragmáticos, que abrazan a Uber a cambio de que
pongan sus datos a disposición de sus ayuntamientos para hacer una mejor planeación
urbana y disminuir el tráfico.
De forma sintética, el problema
subyacente en todos los casos es el conflicto entre quienes quieren cambiar y
quienes no quieren cambiar. De forma
particular, los gobiernos pueden reaccionar de forma parecida al permitir,
regular o prohibir a Uber, pero todos lo hacen impulsados por razones
diferentes, algunas de ellas correctas y otras incorrectas.
En algunos casos, lo que está en
juego es cómo usar la tecnología de Uber para maximizar los beneficios para la
sociedad, así como la garantía de la competencia en condiciones equitativas. En
otros casos, mucho más patéticos, lo que está en juego es un sistema de
favores, cambio de votos y corrupción alrededor de la industria del transporte
y la concesión de placas, en el que, quienes están involucrados, no querrán
perder.
La solución del conflicto no será
sencilla, no sólo por todos los actores involucrados, sino también por las
grandes corporaciones que han invertido en Uber, entre las que se encuentran
Google Ventures, Amazon, Goldman Sachs y BlackRock. (Angel.co, 2015) Además, han cerrado acuerdos con los
principales emisores de tarjetas de débito y crédito, los bancos más grandes
del mundo y las principales empresas de telefonía.
¿Hacia dónde se dirige la
empresa?
Uber va camino a ser una
corporación tan disruptiva y legendaria como los gigantes emanados de Silicon
Valley, como Google, Facebook y Apple. Sin embargo, tiene diferentes retos por
resolver:
Asimismo, los retos para la
sociedad global son tan complejos como fascinantes. El más importante es que la tecnología avanza
mucho más rápido que las estructuras sociales. Pronto, la tecnología estará
esperando a que la sociedad sea la que se mueva. Uber es mucho más que una aplicación que le
compite a los taxis. Es una compañía de información aplicada a la industria logística
y que hace dinero por disminuir la asimetría en la información.
A pesar del desconcierto que
causan noticias cruzadas que aparecen todos los días, es un hecho que el
usuario ha ganado mucho al sentir que se ha tocado una industria que había permanecido
prácticamente estática por unos 50 años. Con una empresa que ofrece una
alternativa que una gran mayoría de la población disfruta y recomienda, y que
además es respaldada por grupos de intereses fortísimos, es inevitable que Uber
se ponga de acuerdo con el gobierno.
En el tiempo, su sobrado
pragmatismo hará que desarrolle una forma de trabajar con el gobierno y no en
su contra. Los crecientes gastos en
cabildeo de las compañías tecnológicas allanarán este camino. También seguirá
el debate sobre si tener el dinero permite ignorar o saltarse las reglas.
En el futuro, Uber está condenada
a seguir siendo controversial, algo que no le empacha a ninguno de sus
jugadores claves. Y si sigue encantando
a la mayoría de los usuarios, la población presionará más a sus gobiernos y
reguladores.
Pero en esta misma disrupción
tecnológica estará la gran amenaza para el futuro de Uber. Con una visión de quitar millones de autos de
las ciudades, sustituir la gran mayoría de los vehículos y sus conductores
actuales por autos sin conductor, (Kanter, 2015) proyecto que desarrolla con la Universidad de
Carnegie Mellon para el 2025, y convencer a las personas que no necesitan ni
poseer un vehículo ni aprender a manejar para el 2035, Uber podría perder apoyo
popular, o quedar rebasada por la misma tecnología.
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