El valor de la economía verde y la
sustentabilidad
Forbes - miércoles, 4 de marzo de 2015
Ya no hay opción, el valor de la sustentabilidad
y la responsabilidad social son temas obligados para las empresas. Esto trajo
consigo el más robusto esfuerzo de innovación de los últimos tiempos: el
marketing verde.
Bienvenido al surgimiento de la economía verde,
cuyo valor, años atrás, se estimaba en 3 trillones de dólares. Bienvenido a la
era en la que algunas marcas entendieron el valor de la sustentabilidad y la
responsabilidad social. Y otras, no.
La locomotora de este nuevo tren económico son,
sin duda, las empresas, desde el big business hasta las startups verdes;
corporativos y marcas que desde ahora están emprendiendo el camino rumbo a su
propia reingeniería. En este proceso de maduración hacia empresas cada vez más
verdes, muchas compañías están repensando no sólo los procesos de manufactura,
sino todos los aspectos de los productos y su impacto ambiental.
También, la espiral virtuosa de la reconversión
verde ha creado prácticas inimaginables hasta hace poco como la colaboración
cercana con grupos de interés que tradicionalmente eran repudiados como
“enemigos” o como molestos distractores.
Ejemplo: Starbucks compra 25% de sus ventas de
café directamente a los productores. Se trata del diseño de modelos de negocios
nuevos y creativos en los que el concepto dominante es “colaboración”, en aras
de eficiencias compartidas y de la búsqueda de menores huellas ambientales (y
de mayor aceptación de los consumidores).
Estos cambios graduales y evolutivos no han
sido producto de una mentalidad voluntarista u obra del genio social colectivo
del mundo empresarial; en muchos casos se dieron, por ejemplo, a raíz de
desastres en las relaciones públicas de la empresa con la consecuente crisis
de imagen.
Wal-Mart y Nike son buenos ejemplos de una
introducción traumática al nuevo mundo de la sustentabilidad. Ambas fueron
señaladas en su momento de prácticas indebidas y reprobables con sus empleados
(en el caso de Wal-Mart), y de franca explotación esclavista (en el de Nike),
con los famosos “sweatshops” de Bangladesh y otros países de la periferia
capitalista. Hoy, las dos son paladines de la nueva economía sustentable.
Pero esto trae consigo otras implicaciones, no
gratuitas: la diferenciación competitiva, costos de energía en aumento,
necesidad de asegurar la viabilidad de la empresa a futuro, y captación y
retención del mejor talento que busca no sólo “ganarse la vida” sino “ganarse
una vida con sentido (social)”.
Adicionalmente, esta “verderización” en el
mundo empresarial ha traído consigo lo que es probablemente el más robusto
esfuerzo de innovación en los anales corporativos de los últimos tiempos: el
marketing verde.
Tal es la relevancia del tema, que la Bolsa
Mexicana de Valores en 2011 decidió incorporar a su familia de índices un
nuevo grupo de productos para el seguimiento del mercado accionario mexicano.
Al respecto, la BMV instrumentó una metodología propia, en donde las
evaluaciones se llevan a cabo por terceros expertos en materia. Esto con el
objetivo de analizar y comparar las prácticas de las emisoras mexicanas
listadas en la Bolsa en materia ambiental, social y de gobierno corporativo.
¿Qué determinan los evaluadores? El grado de
adhesión que tienen las emisoras a las mejores prácticas internacionales. Esto
en función al análisis de la información pública disponible que cada empresa
divulgue en sus reportes o sitio web. Algunas de las empresas que forman parte
de este índice son Bimbo, Cemex, Femsa y Herdez.
Marketing verde
El marketing verde tuvo un falso arranque a
finales de la década de los ochenta. Los productos “verdes” no funcionaban,
eran caros, olían mal y se encontraban disponibles sólo en algunas tiendas,
escondidos y llenos de polvo.
Algunas compañías –como P&G– supieron leer
los deseos y aspiraciones del consumidor, y apostaron por el cambio. El
esfuerzo pionero rindió buenos frutos a la larga y terminó por darles a estos
precursores una ventaja competitiva importante en el mundo que habría de
venir.
Así llegó el enfrentamiento entre el marketing
tradicional y el marketing verde. En términos de la visión que cada uno tiene
de los consumidores, el marketing convencional los agrupa por estilos de vida
y otros criterios psicodemograficos; mientras que el marketing verde los ve
como personas con necesidad de ser entendidas en su verdadera dimensión humana.
En cuanto a los productos, el marketing
convencional se hace eco de los paradigmas de producción tradicionales que se
pueden explicar desde la perspectiva de la curva de vida de un producto (es
decir, despegue y crecimiento, madurez, declive y desecho); mientras que el
verde busca replicar los procesos de la naturaleza y prolongar el uso activo
del bien o de algunas de sus partes en la construcción de nuevos productos.
El convencional habla de “productos”, pero en
muchas situaciones estos pueden ser suplidos por “servicios”; es decir, en el
marketing verde no es necesario comprar y poseer un producto físico para
resolver una necesidad, estimulando con ello la creación de nuevas
oportunidades de negocio. Es el caso de la plataforma “Aventones”, que ofrece
un servicio eficiente de transporte compartido a los corporativos en beneficio
de sus empleados; o el programa de Ecobici que permite el uso de una bicicleta
sin necesidad de poseerla (su equivalente en automóviles ya está operando en
la Ciudad de México y se llama Carrot).
Otro ejemplo es el servicio que proporciona
“Siempre Verde”, que consiste en “rentar” un árbol de Navidad en maceta, que es
devuelto al final de las celebraciones de fin de año y que en algún momento de
su crecimiento es replantado.
En términos de marketing y comunicación, el
marketing verde se enfoca más a valores que a beneficios funcionales, materia
prima esencial del convencional; también, busca educar y empoderar al
consumidor, a diferencia del marketing tradicional que busca esencialmente
ventas de corto plazo. La comunicación en este último es en una vía, a través
de publicidad pagada; mientras que el marketing verde lo hace a través de la
creación de una comunidad incluyente (en medios masivos sociales,
principalmente) y se apoya mucho en la comunicación de “boca en boca”.
En cuanto al perfil corporativo de ambas
visiones es especialmente importante destacar que, mientras la convencional
busca la maximización de utilidades, la verde le apuesta al “triple bottom
line”: gente, planeta y utilidades (people, planet & profits).
Mensaje con sentido
En marketing siempre se empieza por estudiar y
entender los deseos y necesidades de los grupos objetivo a los que van
dirigidos los esfuerzos mercadotécnicos, pero en el caso verde es fundamental
entender, además, las creencias y valores ambientalistas y sociales
subyacentes en el consumidor y en los grupos de interés, y con base en ello
elaborar planes de convergencia de largo plazo.
Se deben crear nuevos productos y servicios
balanceados que, por un lado, satisfagan los deseos del consumidor en cuanto a
calidad, conveniencia y precio; y por el otro contengan el menor impacto
ambiental y social adverso a través de la vida del producto.
El desarrollo de marcas debe estar orientado a
ofrecer beneficios prácticos, así como a empoderar e involucrar al consumidor
de manera relevante en temas que afectan su vida.
La credibilidad es parte sustancial de este
proceso y, para lograrla, es necesario comunicar el compromiso corporativo de
manera completamente transparente.
Proactivamente, la empresa debe cumplir con su
parte para resolver los problemas socio-ambientales que afectan a sus grupos
de interés, y en última instancia al conjunto planetario.
El pensamiento holístico se traduce en la
creación de comunidad con el consumidor y con el vasto espectro de grupos de
interés que tienen que ver con su actividad. Finalmente, propone promover el
consumo responsable de productos, prácticas adecuadas de desecho y la búsqueda
de “cero” impacto, como metas integrales del marketing verde.
Una cuestión toral que propone este nuevo
marketing es evitar a toda costa el greenwashing o la impostura de imagen
“verde” que realmente no lo es, y que practican de buena o mala fe muchas
compañías que se quieren ver beneficiadas por esta nueva corriente de demanda
del consumidor, pero que en realidad no están sustanciadas por un compromiso
empresarial sustentable real.
Por ejemplo, hay marcas que se ostentan como
“amigables con el medio ambiente” porque dicen no tener nada que ver con la
tala indebida de árboles, cuando su actividad no tiene nada que ver con el tema
forestal.
No todo es dinero
Seleccionar al prospecto verde óptimo es un
gran reto para cualquier área de marketing, ya que, en primer lugar, en México
todavía no tenemos información ad-hoc y estructurada que nos guíe a través del
complejo universo de segmentos psicodemográficos de los consumidores verdes.
El sistema LOHAS (Lifestyles of Health and Sustainability), del Natural
Marketing Institute, reconoce cinco segmentos y cuatro subsegmentos para
mapear el universo de consumidores verdes. Mientras esto no se dé en nuestro
medio, lo importante es entender con las herramientas que tenemos a nuestra
disposición quién es nuestro grupo objetivo óptimo y cuáles los disparadores
más relevantes para ese grupo, desde la perspectiva verde.
Apelar a la ganancia que tendría el consumidor
se refiere a que la marca tiene que ofrecer una ganancia objetiva adicional a
su posicionamiento verde, para atraer la decisión final de compra, como por ejemplo
el ahorro de dinero (focos ahorradores), o efectos positivos en la salud.
Educar y empoderar al consumidor es
fundamental y una de las principales diferencias con el marketing tradicional.
Las marcas que se toman la molestia de educar y empoderar al consumidor ganan
en intención de compra, en imagen y en credibilidad. Las comunicaciones de
mercado verdes tienen también la tarea de asegurar/ convencer al consumidor que
el desempeño de un producto verde es tan adecuado, y a veces superior, al de su
contraparte tradicional.
Conclusión: el marketing verde no busca la
cacería salvaje de dinero. La creación de comunidades es una de sus
principales metas. ¿Tú, empresario, estás comprometido a esta causa? ¿O, de
plano, caminas hacia la lista de especies en extinción?
Michel Berenstein y José Miguel Jaime son
expertos en marketing
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