Oro para los Olímpicos; Plata para el Mundial;
¿Bronce?
BBC Mundo - domingo, 7 de diciembre de
2014
Por sus dimensiones e impacto mediático los
Juegos Olímpicos y el Mundial de Fútbol son indiscutiblemente considerados como
las competencias deportivas más grandes a nivel global.
Más difícil resulta determinar la especialidad
o evento que se lleva la medalla de bronce en este concurso de popularidad
internacional.
Ahora, la decisión de otorgarle la sede de los
Mundiales Atletismo a Doha en 2019 ha puesto en directa competencia a dos de
las disciplinas que afirman ser dueñas de ese disputado tercer lugar.
Y es que, para evitar el agobiante calor del
Golfo, la Federación Internacional de Atletismo decidió organizar su estelar
evento de ese año a finales de septiembre, justo cuando también está programado
el Mundial de Rugby de Japón.
Ambas afirman ser "el tercer
acontecimiento deportivo más grande del mundo".
Pero para determinar el ganador también habría
que enfrentarlo con otros aspirantes tan disímiles como los Paralímpicos, el
Tour de France, los Olímpicos de Invierno, la Copa Ryder de golf o el Súper
Bowl, entre otros
Atractivo comercial
Para el profesor Simon Shibli, director de un
centro de investigación deportiva de la Universidad de Sheffield Hallam,
Inglaterra, promocionarse como la "tercera competencia más grande"
representa una oportunidad única de maximizar la venta de derechos comerciales.
"Al afirmar ser la tercera más grande, los
promotores se colocan por encima de otras competencias y crean la ilusión de
estar en la misma liga que las dos primeras (Olímpicos y Mundial de
Fútbol)", indica Shibli.
"Eso es algo muy seductor para potenciales
socios comerciales y organismos del sector público".
O como lo pone Gary Verity, responsable de
incluir a Yorkshire, Inglaterra, en el arranque del Tour de Francia este año,
"decir que eres la undécima competencia más grande del mundo simplemente
carece del factor sorpresa".
Y ciertamente no fue el mensaje que Verity
llevó a las autoridades cuando solicitó contribuciones para su presupuesto de
más de US$40 millones.
"Lo que emocionó a los municipios fue el
hecho de tratarse de la prueba más grande del ciclismo. Es única, relativamente
barata e increíblemente ambiciosa".
Combinación de factores
El Mundial de Rugby basa su intento de
aferrarse a la presea de bronce en una combinación entre el número de naciones
participantes, su audiencia televisiva y el número de entradas que vende.
Individualmente en esos renglones el Mundial de
Rugby solo queda cerca de las medallas en su proyección de entradas vendidas
con 2,5 millones, lo que le daría el cuarto lugar detrás de los Paralímpicos de
Londres que alcanzaron en 2012 la suma de 2,7 millones.
"Es el tercer acontecimiento más grande de
carácter internacional", intenta clarificar Brett Gosper, director
ejecutivo de World Rugby, el órgano rector del deporte.
Para Gosper, el Mundial de Rugby es la
culminación de una serie de competencias clasificatorias en un período de
cuatro años.
Así que, al hacer sus cuentas, incluye a 102
países que participaron en las eliminatorias para el torneo del próximo año.
¿Pero entonces la final de la Liga de Campeones
del fútbol europeo debería ser considerada como el acto final de un torneo de
10 meses? ¿Es el Súper Bowl el último día de un acontecimiento que domina las
conversaciones en EE.UU. como nada más fuera de las elecciones presidenciales?
"El problema es que estamos comparando
manzanas, naranjas, peras y cocos", apunta Mike Laflin, director ejecutivo
de la empresa de análisis empresarial del deporte Sportcal.
"Todas las mediciones son hechas por los
propios organismos deportivos relevantes así que no hay una uniformidad".
"Al final terminas con mucha retórica
sobre el impacto comercial de un evento, pero la mayoría de nosotros no confía
en las cifras, así que hay una falta de credibilidad".
La ilusión televisiva
Y esa credibilidad luce aún más cuestionada en
el fantasioso mundo de las cifras televisivas.
El Mundial de Rugby quiere aferrarse al tercer
puesto, por la combinación de número de naciones participantes, audiencia
televisiva y el número de entradas que vende.
Tomemos, por ejemplo, el Mundial de Rugby y su
afirmación de tener una audiencia global acumulada de 4.000 millones.
Desglosando ese total serían 87,5 millones por
partido, algo que luce exagerado para un deporte con apenas 3.000 jugadores
registrados en China, 24.000 en India, 670 en Indonesia, 16.000 en Brasil,
7.000 en Pakistán, 800 en Nigeria y una cifra desconocida en Bangladesh. Es
decir, 51.470 jugadores en países que, juntos, poseen la mitad de la población
del planeta.
Al preguntarle cómo era posible que un deporte
con un atractivo global tan fragmentado generara tales enormes audiencias, el
director del Mundial de Rugby, Alan Gilpin, dice que más de 20.000 horas de
cobertura se generarían del torneo del próximo año para 200 países, incluyendo,
por primera vez, Groenlandia (población 56.483).
Presionado para que sea más específico Gilfin
responde, intentando evitar una sonrisa. "Está basado en el número de
segmentos que la gente mira y es la misma medida métrica que todo el mundo
utiliza".
Un segmento, por si se lo está preguntando, es
una persona mirando durante 20 minutos, así que es posible que 25 millones de
personas puedan representar un audiencia de 100 millones. Eso sigue luciendo
exagerado para un partido, por ejemplo, entre Tonga y Georgia.
Pero Gilpin tiene razón. Todo el mundo lo hace.
La última vez que un torneo grande de fútbol se escenificó en Inglaterra, la
Eurocopa 96, se dijo que la audiencia fue de 6.700 millones, el Tour de Francia
habla de 3.500 millones de televidentes y algunas excitables fuentes chinas
sugirieron que unas 4.000 millones vieron la ceremonia inaugural de los Juegos
Olímpios de Pekín en 2008.
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