Cómo ha hecho para sobrevivir el
Partido Comunista de EE.UU.
LaNacion - domingo, 4 de
mayo de 2014
Como la mayoría de estos
movimientos alrededor del mundo, e l Partido Comunista de Estados Unidos sufrió
un golpe demoledor con el colapso de la Unión Soviética en 1991. Pero un
pequeño grupo de miembros acérrimos perseveró.
No muy lejos de Wall Street, en
el séptimo piso de un elegante edificio de ocho plantas en la calle 23, en el
oeste de Nueva York, funciona la sede de un improbable sobreviviente político:
el Partido Comunista USA (CPUSA).
La oficina es iluminada y moderna.
En un muro hay fotografías en blanco y negro de las mayores figuras de la
historia del partido. Las obras de Marx, Engels y Lenin están apiladas en las
estanterías.
El edificio fue comprado para
alojar al partido en la década de 1970, antes de que Chelsea - el barrio en el
que se encuentra- se volviera un sitio de moda.
"Hicimos un buen negocio con
esto", dice Roberta Wood, la tesorera.
En una concesión a la realidad
capitalista, todos menos dos pisos están alquilados. Los ingresos financian la
publicación People´s World, un sitio web que es descendiente directo del
difunto periódico del partido, The Daily Worker.
El partido dice tener entre 2.000
y 3.000 miembros a nivel nacional, de los cuales solo dos personas son parte de
la nómina asalariada, el presidente Sam Webb y su vicepresidente Jarvis Tyner,
quien fue candidato a la presidencia en 1970.
Su objetivo final, sin embargo,
está arrasando su ambición. "El Socialismo marcará una nueva era en este
país", dice el programa del partido. "La gran riqueza de Estados
Unidos será por primera vez para el beneficio de toda la gente".
"La meta a largo
plazo", dice Webb, es "llegar a la sociedad comunista, el fin de
todas la divisiones de clases, una sociedad igualitaria, la extinción del
Estado".
El Partido Comunista tuvo alguna
vez una fuerte presencia en la política estadounidense. En su apogeo durante
1930 y 1940 tenía una red sólida a lo largo del país, anotándose varios éxitos
electorales. Tres congresistas demócratas eran secretamente miembros del partido.
Nunca superaron los 100.000
miembros pero su influencia fue amplia. "Sin duda tuvo un impacto en la
vida estadounidense", dice Harvey Klehr, profesor de Ciencias Políticas de
la Universidad Emory de Atlanta.
El inicio de la Guerra Fría trajo
la persecución de los comunistas estadounidenses y sus aliados, el más famoso
en manos del Comité de Actividades de la Casa Antiestadounidense, y luego, de
parte del senador republicano Joe McCarthy.
Ese período fue
"devastador" para el partido, a pesar de que "la represión
contra de ellos era tan fuerte y de tanto poder, que les generó un inmenso
espíritu de compañerismo", dice Vernon Pederson, profesor de historia en
la Universidad de Gran Falls, en Montana.
"También pareció significar
para ellos que todas las cosas que dijeron que iban pasar estaban sucediendo.
La revolución estaba llegando y ocurrió la primera ola de represión, como lo
habíamos previsto desde el principio".
Durante la Guerra Fría el Partido
Comunista tenía una estructura subterránea paralela y un pequeño número de
personas que espiaban para Moscú.
Hasta la década de 1980 el
partido recibía cantidades importantes de financiación soviética, dice Klehr,
dinero del que el FBI sabía y tenía rastreado.
Muchos miembros abandonaron el
partido tras la represión soviética en Hungría en 1956 y en Checoslovaquia en
1968, mientras el partido mantuvo su línea ortodoxa prosoviética.
La ruptura final vino cuando Gus
Hall, líder entre 1959 y 2000, apoyó el golpe de Estado de la vertiente más
radical de la Unión Soviética contra Mijail Gorvachov en 1991.
Pederson asegura estar
"ligeramente sorprendido" de que el partido haya logrado sobrevivir a
la caída de la Unión Soviética, pero le da crédito a un grupo de miembros
"que simplemente se negaron a renunciar sin importar qué tan sombrías
estaban las cosas".
"Ellos tienen una convicción
extremadamente fuerte y han invertido una cantidad increíble de sus identidades
personales en el Partido Comunista", dice.
Webb, el líder actual del
partido, es un hombre de 68 años un poco encorvado, con una voz áspera pero
amable. Parece más cómodo hablando del clima político actual que de ideología.
La tarea inmediata, dice, es
derrotar a la "extrema derecha" de EE.UU., contribuyendo en la amplia
coalición de grupos de izquierda que promueven la lucha contra la desigualdad
económica y los derechos de las minorías.
El partido se enfrenta a un
desafío demográfico: un exjefe de la división de Nueva York recuerda haber
asistido a más de 100 funerales de militantes en el año 2000. Pero también
asegura que hubo un pequeño incremento de afiliación y pago de las cuotas en el
último tiempo, lo cual atribuye a un aumento de interés generado por la crisis
financiera de 2008, y paradójicamente, a los ataques de la derecha contra los
"socialistas" demócratas que se interesaron en algunos de la
izquierda.
Webb señala otros eventos
recientes, incluyendo al movimiento Occupy -conocido también como el movimiento
de los Indignados-, la elección del socialista Kshama Sawant en el consejo de
Seattle, y el triunfo de Bill de Blasio en la alcaldía de Nueva York.
También hace notar que hasta los
Republicanos están hablando de pobreza. "El clima en el país está
cambiando, la gente está pensando en la desigualdad económica".
Una sociedad socialista es la
meta del "futuro imaginable", dice Webb, pero el comunismo está
"probablemente mucho más distante".
"Si hacemos coaliciones
sobre la base de la gente que está de acuerdo con nuestra visión del
socialismo, seríamos sufientes para caber dentro de una una pequeña pero cabina
telefónica", bromea.
Los críticos que han seguido el
curso del partido, sin embargo, los desestiman.
"Las posiciones que adoptan
son realmente indistinguibles de los grupos de izquierda de la
socialdemocracia", dice Ron Radosh, historiador y escritor, quien abandonó
el partido después de la represión de la sublevación húngara en 1956.
"Ni siquiera sé por qué
alguien pertenece a la izquierda". Klehr se refiere al partido como
"una secta, casi un culto", y dice que dejó de prestarle atención
hace cerca de 10 años porque se volvió "esencialmente irrelevante".
Tony Pecinovsky, un organizador
del partido en los distritos de Kansas, Missouri y Tennessee, dice que los
desvanecidos recuerdos de la Guerra Fría y el pragmático activismo de las bases
del CPUSA han disminuido el estigma sobre el comunismo, pero los prejuicios
siguen arraigados.
"Me han llamado terrorista,
he recibido amenazas telefónicas, ha aparecido gente en mi casa que no es
bienvenida", dice.
"El anticomunismo y todo eso
es todavía muy real en los términos de la lejana extrema derecha en nuestro país
y los fundamentos del Tea Party".
"Tratamos de que nuestro
trabajo hable por nosotros mismos, y quitarle el peso a aquella palabra
empezada con "C"".
Webb dice que él no reacciona
adversamente cuando la gente le dice que es un comunista. Alguna gente joven,
tal vez con apenas un poco de comprensión de lo que la palabra significa,
piensa incluso que es muy cool. Pero da a entender que el partido podría por
fin ofrecer algo de bagaje histórico ya que construye alianzas con otros grupos
de izquierda estadounidenses.
De cara a la convención del
partido en junio, Webb dice que quiere crear una atmósfera en la cual los
"camaradas" se sienten libres de expresar sus preocupaciones,
incluyendo el nombre del partido.
"Algunos sienten que
deberíamos considerar cambiarlo". Otros sienten fuertemente que no
deberíamos. Así que acordamos que permitiremos el espacio para que esa
conversación tenga lugar".
No hay comentarios:
Publicar un comentario