Vladimir Putin, el hombre que
tiene en vilo al mundo
BBC Mundo - lunes, 10 de
marzo de 2014
En octubre de 2008, Vladimir
Putin celebró su cumpleaños regalándoles a los rusos un DVD titulado
"Aprendamos yudo con Vladimir Putin".
En él, el entonces primer
ministro, con su cinturón negro, aparece doblegando a sus contrincantes en la
lona, uno tras otro. A sus seguidores les ofrece un consejo: "En una
pelea, los compromisos y las concesiones son permitidas, pero sólo en un caso:
si es para la victoria".
Su proeza en las artes marciales
le ha servido a Putin para proyectar un mensaje: él es, en últimas, quien tiene
el poder en Rusia.
Aunque el país tiene un gobierno
y un parlamento, un primer ministro y un Consejo de Seguridad Nacional, Putin
está sentado en la cumbre de una estructura vertical de poder que él mismo
creó.
Esto lo aprecian quienes quieren
a un gobernante fuerte para el país más grande del mundo, pero lo rechazan
quienes consideran que su gobierno se ha tornado autoritario y poco respetuoso
de los derechos humanos.
Putin, quien hoy tiene 61 años,
es amado u odiado, pero las pasiones que despierta parecen tenerle sin cuidado.
Su rostro casi nunca lo delata.
El hombre sin cara
Su estilo de mano dura y sus
palabras que con frecuencia se saltan los protocolos diplomáticos van
acompañados de una mirada inescrutable. Quizá por eso una biografía crítica
sobre él se titula "El hombre sin cara".
Esa apariencia fría y calculadora
ha puesto a dudar a sus pares internacionales.
Poco antes del 11 de septiembre,
el presidente de EE.UU. George W. Bush se vio en aprietos cuando le preguntaron
si podía confiar en Putin. Bush respondió que tras mirarlo a los ojos encontró
a una persona "directa y confiable" y pudo obtener "una
impresión de su alma".
No muchos saben exactamente qué
quiso decir Bush, pero su secretario de Estado, Colin Powell, no estuvo de
acuerdo. En un documental de la BBC, Powell recuerda haberle dicho a su jefe:
"Yo todavía lo miro a los ojos y veo a la KGB", en referencia a la
agencia de seguridad de la Unión Soviética en la que Putin trabajó durante 16
años.
De su época de espía, varios
analistas estiman que le quedó la noción de que el estado debe tener la
prioridad absoluta -a veces incluso en detrimento de la democracia- así como
una frecuente desconfianza de Occidente.
Vladimir Vladimirovich Putin
Nació el 7 de octubre de 1952 en
Leningrado (hoy San Petersburgo).
Estudió derecho y economía antes de unirse a
la KGB.
Trabajó como agente de la KGB en Alemania del
Este entre 1985 y 1990.
En agosto de 1999, Boris Yeltsin le ofreció el
puesto de primer ministro. Luego lo nombró su sucesor.
Fue elegido presidente en 2000, reelegido en
2004. Entre 2008 y 2012 fue primer ministro.
En 2012 fue elegido presidente de nuevo por un
periodo de seis años.
En los meses previos a su reelección, Rusia
vivió las peores protestas antigubernamentales desde la época soviética.
Una y otra vez, el presidente
ruso ha mirado con desdén las actividades de países como Estados Unidos cerca
de su territorio y rechaza que traten de "aleccionarlo".
Pecho a la vista
Putin ha tratado de impedir una
mayor influencia de Occidente a través de demostraciones de fuerza, como ocurre
ahora en Crimea.
Así como ha aparecido en
fotografías montando a caballo con su pecho a la vista o nadando en un río
siberiano, también ha intentado presentar a un país en buen estado físico.
Para sus asesores, un mandatario
que cuida de sí mismo equivale a decir que también cuida de su país.
Sus detractores lo ven
narcisista, pero sus seguidores valoran esa vitalidad. Una canción tecno que
sonó en 2002 en Moscú decía: "Yo quiero un hombre como Putin que esté
lleno de fuerza, yo quiero un hombre como Putin que no beba".
La letra es una referencia al
problema del alcoholismo en Rusia, que afecta principalmente a los hombres, y
representa el contraste entre el presidente y su antecesor, Boris Yeltsin, un
mandatario más viejo, más extravagante y mucho menos saludable que le abrió las
puertas del poder.
Lo curioso es que, a diferencia
de su importancia actual, en un comienzo no muchos apostaron por ese novato que
en 1999 se convirtió en el quinto primer ministro de Rusia en 18 meses.
Pero Putin se catapultó al
Kremlin cuando lideró el envío de tropas a Chechenia ese mismo año, algo que
muchos vieron como un triunfo militar pero radicalizó a los rebeldes chechenos.
"El macho alfa"
Desde que se convirtió en
mandatario en 2000, su meta ha sido volver a convertir a Moscú en un gran poder
global. No ha ocultado su nostalgia por la Unión Soviética (calificó su colapso
como "la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX") y no ha dudado
en defender su zona de influencia.
Cuando Yeltsin le entregó la
presidencia, un país desmoralizado y en crisis económica, Putin afirmó que
"por primera vez en los últimos 200 o 300 años, Rusia enfrenta la amenaza
real de resbalarse al segundo o incluso al tercer escalón de los estados del
mundo".
Para evitar ese resbalón se
dispuso a recuperar la economía impulsado por los vastos recursos naturales del
país y quitarles a los oligarcas la gran influencia política que tuvieron bajo
Yeltsin. Fue controvertido, pero le ayudó a asegurar un mayor control en Moscú.
Sus aliados también controlan
buena parte de los medios de comunicación y ha incrementado las restricciones
para organizaciones no gubernamentales con vínculos extranjeros, muchas de las
cuales se enfocan en reportar abusos de derechos humanos.
Esas políticas las combinó con un
componente militar que ha sido un fundamento tanto de su ascenso político como
de su gobierno. Eso incluye las acciones en Ucrania, pero también el misil
intercontinental que probó en los últimos días o sus intentos recientes de
tener una mayor presencia en países como Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Todavía está por verse qué
resultará de esos intentos. Lo que nadie duda es que mientras Putin siga
aferrado al poder -y ya lleva casi 15 años en él- hará lo posible para que la
visión de Rusia se destaque en el plano internacional por más polémica que
resulte.
Occidente sabe que tendrá que
contar con él: no por nada Putin aparece descrito en los cables diplomáticos
revelados por WikiLeaks en 2010 como el "macho alfa" de Rusia.
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