El dueño de Starbucks aconseja a los
empresarios: "sean humildes"
Clarín - viernes, 5 de junio de 2015
Howard Schultz le busca la vuelta y lo
consigue: ser parecido y a la vez diferente a Steve Jobs. En su famoso discurso
ante los universitarios, viralizado en Internet, el extinto Jobs les había
recomendado que no pierdan el hambre de progreso: “stay hungry”, había sido su
recomendación. Schultz, accionista y director general de la cadena Starbucks,
hizo su propia bajada de línea: vestido con un traje sencillo en el imponente
escenario de la Opera de Monte Carlo, teatro donde los frescos de la cúpula se
combinan con el oro de las gradas, Shultz recomendó al auditorio que no se
olviden de mantener los pies en la tierra. “Permanezcan humildes (stay
humble)”, fue su consejo ante unas 400 personas, varias de ellas inmensamente
ricas.
En poco menos de una hora, Schultz combinó
conceptos de management con observaciones sumamente críticas sobre la situación
social, en particular la de su país, Estados Unidos. “Un niño afroamericano
tiene al nacer cinco veces más posibilidades de ser encarcelado que un niño de
otro origen. No podemos dar la espalda a la cuestión social de América”, dijo.
En términos del negocio, dijo que la actual
capitalización bursátil de Starbucks es de 80.000 millones de dólares y que
tuvo que retomar las riendas como gerente general, cargo del cual se había
alejado en 2002, a partir de la crisis financiera de 2008. “Notamos que había
una resilencia hacia nuestra marca por parte de los mismos empleados de la
compañía, de modo que nuestra tarea se enfocó en comunicar, comunicar y
comunicar. Siempre habíamos tenido como concepto que crecer no era nuestra
estrategia, sino una causa. Todas las compañías tienen competidores. Pero si le
das al consumidor un servicio que represente una empatía con sus propios
valores, entonces no hay competencia que te pueda afectar”, planteó.
La conferencia de Schultz fue es uno de los
platos fuertes del encuentro Emprendedor del año (EY World Entrepreneur of The
Year), organizado por la auditora internacional Ernst & Young, la cual
invitó a este cronista y de otros medios de la Argentina. Para esta edición de
“Emprendedor del año”, la número 29 desde que comenzaron a hacerla en Estados
Unidos, la Argentina está representada por Hugo Sigman, fundador y accionista
del grupo farmacéutico Insud, quien compite por el galardón con representantes
de otros 60 países.
El escenario es una ciudad donde el lujo se
respira, pero a la vez obliga a cada participante, ya sea en una entrevista o
en una conversación de pasillo, a hacer reflexiones sobre el contraste de las
crisis económicas en distintas partes del mundo y la competencia que aquí se
observa por ver quién tiene el barco más lujoso anclado en el Yatch Club
Montecarlo. Pero las historias que cuentan los emprendedores que se dan cita
aquí suelen están más vinculadas al mundo real: hay representantes
latinoamericanos que comenzaron con una fundición de acero, o un gimnasio, y
hoy facturan millones de dólares en base a un crecimiento continuo a lo largo
de dos o tres décadas.
Hay un emprendedor rumano, Mircea Tudor, que se
las ingenió para armar un sistema de detección de bombas en los aviones, un
fenómeno que –dijo- es mucho más frecuente de lo que suelen comunicar las
autoridades de los aeropuertos del Viejo Mundo. “Nosotros conseguimos detectar
en pocos minutos si hay o no hay una bomba. El procedimiento habitual es bajar
a la gente del avión, llamar al equipo y que éste no encuentre nada. Cuando se
vuelve a embarcar a la gente, tres horas más tarde, sólo se les puede decir que
no encontraron nada. Pero nadie les puede asegurar que no hay una bomba”,
planteó Tudor, en una “mesa chica” de emprendedores dedicada a la innovación.
El sábado se conocerá quién es el galardonado
por EY como “Entrepreneur of the Year 2015”. Aquí hay un solo ganador y no hay
segundos, terceros, ni ranking alguno. De modo que todos quedan felices: están
en Montecarlo, la brisa es cálida y hasta la luna juega a favor: redonda,
ilumina la bahía del Mediterráneo, rodeada de edificios de lujo y la calle que
sirve como pista para la carrera más famosa de la Fórumula 1. Y también, claro,
refleja la proa de los yates.
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