El negocio de los castillos a la sombra de
Drácula
BBC Mundo - martes, 2 de diciembre de
2014
Después de todo, los dueños de castillos en
Transilvania no tuvieron que preocuparse por los vampiros, sino por los
comunistas.
Durante siglos ese histórico territorio en el
centro de Rumania, que inspiró la novela de horror Drácula, de Bram Stocker,
fue durante siglos hogar de aristócratas que construyeron más de 100 imponentes
castillos.
Sin embargo, el lujo y esplendor cambió
drásticamente cuando el partido comunista rumano tomó el poder al final de la
Segunda Guerra Mundial, y confiscó los castillos.
Algunos de los dueños lograron escapar del
país, mientras que otros sucumbieron en medio de penurias.
La mayoría de los castillos se transformaron en
edificaciones abandonadas a su suerte por el Estado, quedando como testigos
mudos de una época de glorias pasadas.
El castillo Bran, donde la leyenda cuenta que
estuvo encarcelado Vlad Drácula, recibe medio millón de visitantes al año. Es
la envidia de los demas castillos.
Así permanecieron durante décadas hasta que,
como consecuencia de la revolución de 1989 que provocó la salida del gobierno
comunista, los descendientes de los antiguos dueños de castillos comenzaron el
lento proceso de reclamarlos.
Finalmente, en el 2005 se produjo un cambio de
ley que abrió las puertas para que recuperaran la titularidad de estas
propiedades. ¿Pero, contaban con recursos financieros para hacerlo?
De nobles a emprendedores
Recuperar la titularidad de los castillos
requiere pagos de abogados en la corte, y luego de tener el título en las
manos, implica contar con enormes presupuestos para remodelarlos.
La mayoría de los propietarios había perdido
las fortunas familiares acumuladas antes de la guerra, por lo que tuvieron que
pasar de nobles a emprendedores.
Ese el caso de Kalman Teleki, cuya familia fue
despojada por los comunistas de un castillo de arquitectura barroca cerca de
Gornesti, al norte de Rumania.
Kalman era un niño cuando todo ocurrió pero
recuerda que la familia fue obligada a vivir durante 19 años en un departamento
en el sótano del castillo.
A pesar de ello, y en medio de muchas
dificultades, Kalman llegó a estudiar ingeniería química, y eventualmente
abandonó su país en 1982 para establecerse en Bélgica.
Hace tres años recuperó el Castillo Teleki
luego de pagar US$25.000 en el proceso jurídico, y se planteó la titánica tarea
de repararlo y mantenerlo.
"Tengo que encontrar un propósito para tener
un castillo en el siglo 21", dice Kalma, de 67 años, apodado por los
habitantes de las aldeas vecinas como "el conde".
La idea que ha implementado es alquilarlo para
bailes, bodas, conciertos y para grandes grupos de turistas.
Cobra entre US$623 y US$3.117 por alquilar el
castillo, y en su modelo de negocio ideal le gustaría tener al menos un evento
por semana.
Los propietarios han acondicionado los
castillos para servir como sede para bailes, conciertos y para celebrar bodas.
También deja a grupos pequeños de turistas
visitar gratis el castillo, aunque "no rechazamos donaciones".
Cree que el gobierno podría colaborar
modernizando la carretera rural en Rumania e invirtiendo más dinero en la
promoción del turismo.
Pero mientras eso se materializa, su motivación
para continuar como emprendedor recae en la fascinación que, observa, tienen
los extranjeros por Transilvania.
Una misión
La historia de Gregor Roy Chowdhury es un poco
distinta. A él le tomo diez años recuperar legalmente el castillo de su familia.
Ubicado cerca de la población de Zabala, el
Castillo Mikes fue utilizado como hospital psiquiátrico durante el período
gobernado por los comunistas.
La madre de Gregor, la condesa Katalin Mikes,
escapó de Rumania cuando tenía 16 años y se estableció en Austria, donde se
casó con un hombre de Bangladesh.
Tuvo dos hijos, Gregor y Alexander, quienes
ahora son los gerentes del castillo y de otras propiedades recuperadas.
Para Gregor, quien trabajó en Londres en la
banca de inversión, "dirigir el castillo como una empresa es más una
misión que un empleo. Aquí es mi hogar".
El castillo funciona como una casa de
huéspedes, con uno de los edificios auxiliares convertido en área con 10
dormitorios. Para el próximo año piensan duplicar esta capacidad.
A los huéspedes se les ofrece la tradicional
cocina transilvana, caracterizada por el gulash, pollo al limón y un licor
llamado palinka.
Cada año reciben unos 2.000 huéspedes, la
mayoría provenientes de Bucarest, la capital del país.
Gregor cuenta con un equipo de seis empleados.
La gran excepción
La mayoría de los propietarios de castillo en
la zona sueñan con alcanzar el éxito del Castillo Bran, famoso por su conexión
con la historia de Drácula.
Aun cuando Bram Stoker, creador de la
reconocida historia de terror, nunca visitó Transilvania, se cree que la
inspiración para el personaje de Drácula fue el Príncipe de Valaquia, Vlad El
Empalador, quien vivió en el siglo 15.
También conocido como Vlad Drácula, la leyenda
cuenta que fue encarcelado por varios meses en el Castillo Bran.
Como resultado, el castillo recibe cada año
medio millón de visitantes.
Gregor afirma que el éxito del Castillo Bran es
la excepción.
Para Teleki, esa propiedad tiende a opacar las
posibilidades de los otros castillos.
"Estoy un poco molesto con todo esta
promoción de Drácula", comenta. "Transilvania no debería ser reducida
a Drácula. Es una buena historia, pero hay otras cosas más interesantes que
ver".
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