La economía mundial sigue
atrapada por el crédito fácil
El Cronista - octubre de 2014
Las enormes expansiones del
crédito, seguidas por las crisis y los intentos de gestionar las secuelas se
han convertido en una característica de la economía mundial. Hoy en día, EEUU y
el Reino Unido bien pueden estar saliendo de las crisis que los afectó hace
siete años. Pero la eurozona está sumida en el estancamiento post-crisis y
China está luchando con la deuda que acumuló en su intento por compensar la
pérdida de ingresos de exportación después de que la crisis golpeara en 2008.
Sin un auge insostenible del
crédito en alguna parte, la economía mundial parece incapaz de generar un
crecimiento de la demanda suficiente para absorber la oferta potencial. Se
parece a una ley de la conservación de los auges de crédito. Consideremos el cuarto
de siglo pasado: un auge del crédito en Japón que se derrumbó después de 1990;
un auge del crédito en las economías emergentes de Asia que se derrumbó en
1997; un auge del crédito en las economías del Atlántico norte que se derrumbó
después de 2007; y, finalmente, en China. Cada auge es recibido como si fuera
una nueva era de prosperidad, para después colapsar en una indeseable situación
de crisis y post-crisis.
Los autores de un nuevo informe
fascinante: "Desapalancamiento: ¿Qué desapalancamiento?", no
comparten mi hipótesis distópica. Con o sin razón, consideran que estos ciclos
crediticios son eventos esencialmente independientes. Sin embargo, el informe
tiene un valor incalculable. Se pone de manifiesto claramente el carácter
limitado de los desapalancamientos posteriores a la crisis, la situación de la
eurozona y los grandes desafíos a los que ahora se enfrenta China.
Si nos fijamos en el mundo como
un todo, no ha habido un proceso de desapalancamiento agregado desde 2008. Lo
mismo aplica a las economías de altos ingresos, vistas como un bloque único.
Los sectores financieros se han desapalancado en EE.UU. y el Reino Unido; sin
embargo así también lo han hecho los hogares en EE.UU. y, en menor medida, el
Reino Unido. Los pasivos de los hogares incluso han convergido entre EE.UU. y
la eurozona en conjunto.
Mientras tanto, la deuda pública
ha aumentado considerablemente. El hecho que las crisis financieras conducen a
saltos en los déficits fiscales fue uno de los hallazgos más importantes de
"Esta vez es diferente" por Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart de la
Universidad de Harvard. Desde la crisis, la proporción entre la deuda pública y
el producto interior bruto ha aumentado en 46 puntos porcentuales en el Reino
Unido y 40 puntos en EE.UU., contra 26 puntos en la eurozona. Incluso en
EE.UU., donde el desapalancamiento privado ha sido veloz, el desapalancamiento
global ha sido pequeño. Esto no tiene por qué ser un desastre: si las hojas de
balance del gobierno son más robustas que las de gran parte del sector privado,
deberían absorber la tensión.
Desde el año 2007 la proporción
de la deuda total, excluyendo el sector financiero, ha aumentado en 72 puntos
porcentuales en China, hasta 220% del PBI. Uno puede debatir si este nivel es
sostenible. No se puede debatir si tal velocidad de ascenso es sostenible,
porque no puede serlo. El aumento de la deuda surtirá posiblemente más efectos
negativos sobre la tasa de crecimiento de China de lo que el consenso de hoy
anticipa.
Los ciclos de crédito son
importantes porque suelen resultar perjudiciales. El informe divide a los
posibles resultados en tres categorías: "Tipo 1", como Suecia a
principios de 1990, el nivel de la producción disminuye, para nunca recuperar
su tendencia anterior a la crisis, pero recupera la tasa de crecimiento; en el
más perjudicial "Tipo 2", como en Japón desde la década de 1990, no
hay caída absoluta en la producción, pero el potencial de crecimiento está muy
por debajo de la tasa anterior a la crisis; por último, en el "Tipo
3", como en la eurozona ahora y, probablemente, en EE.UU. y el Reino
Unido, hay tanto una caída de la producción como una caída permanente en el
crecimiento potencial.
Existen varias razones posibles
para este tipo de pérdidas permanentes de producción y de crecimiento. Una de
ellas es que la tendencia anterior a la crisis era insostenible. Otra es el
daño a la confianza y por lo tanto a la inversión y la innovación al suceder
una crisis financiera. Pero entre las más importantes es la carga de la deuda.
Como muestra el informe, el desapalancamiento es duro. Las quiebras en masa,
como en la década de 1930, son devastadoras. Pero trabajar para salir de la
deuda probablemente genere un círculo vicioso desde el alto nivel de deuda al
bajo crecimiento y de nuevo a la deuda aún mayor.
Hoy en día las tasas de interés a
largo plazo son bajas en las economías de altos ingresos. En la eurozona esto
se debe en gran parte a la promesa de Mario Draghi, el presidente del Banco
Central Europeo, en julio de 2012 de hacer "lo que sea necesario".
Desafortunadamente, el crecimiento del PIB nominal de la eurozona también es
deprimente: la inflación es ultra baja y el PIB real crece débilmente, bajo los
golpes de la reducción fiscal y de una demanda privada estructuralmente inadecuada.
Increíblemente, la eurozona
parece estar esperando el milagro de que la demanda mundial la mantenga a flote
para un crecimiento y la sostenibilidad de su deuda. Eso podría funcionar para
los países pequeños, pero no servirá para todos. El informe habla de una
"combinación venenosa . . . entre la deuda alta y la deuda aún más alta y
la desaceleración (tanto nominal como real) del crecimiento del PIB". La
periferia del euro, añade, es donde este ciclo perverso de la deuda y del
crecimiento es grave. Eso no es una sorpresa. Los países de la eurozona
afectados por la crisis han estado corriendo en retroceso. Las políticas de la
eurozona excluyen el tan necesario crecimiento.
La gestión de la situación
posterior a la crisis requiere una combinación de rápido reconocimiento de las
pérdidas, la recapitalización del sector bancario y de políticas fiscales y
monetarias de fuerte apoyo (donde sean factibles) para sostener el crecimiento
económico. El objetivo debe ser el uso de las dos hojas de la tijera: la
reducción directa de la deuda y recapitalización por un lado y el fuerte
crecimiento económico por el otro. De todos los países, EEUU ha sido el que más
cerca ha llegado a alcanzar esta combinación correcta.
Sin embargo, la lección más
importante de estas crisis es no permitir que la deuda se adelante a la
capacidad a largo plazo de una economía para sostenerla, en primer lugar. La
esperanza es que la política macroprudencial logrará este resultado. Bueno,
siempre se puede tener esperanza.
Estos auges crediticios no
salieron de la nada. Son el resultado de las políticas adoptadas para sostener
la demanda cuando colapsaron burbujas anteriores, por lo general en otros
lugares de la economía mundial. Eso es lo que ha sucedido en China. Tenemos que
escapar de este ciclo sombrío y aparentemente implacable. Pero por ahora, hemos
hecho un pacto con el diablo con los auges de crédito impulsados por el sector
privado. Seguramente habrán muchos más problemas por venir.
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