La conspiración contra los
"wearables"
Forbes - jueves, 8 de mayo
de 2014
Se supone que éste será el año en el que los
wearables (esos pequeños gadgets portátiles diseñados para ser llevados con
nosotros todo el tiempo) se pondrán de moda. Si aceptas sumarte a la ola,
pronto todos estaremos conectados 24/7, emitiendo grandes cantidades de datos.
El problema: esa ola va años
adelante del mercado. Aún hay grandes preguntas sin responder sobre los precios
(demasiado altos), duración de la batería (demasiado corta), utilidad
(demasiado limitada), aspecto (muy feos) y privacidad (demasiado
atemorizante).
“Vamos a necesitar ver surgir
nuevas categorías y que las existentes evolucionen”, afirma Bill Briggs,
director de Tecnología de Deloitte Consulting, quien predice que se venderán 10
millones de dispositivos portátiles este año en un mercado valuado en cerca de
3,000 millones de dólares (mdd).
Por ejemplo, los lentes de
realidad aumentada Google Glass, que pueden grabar video discretamente, ya han
sido prohibidos en algunos restaurantes, casinos, cines, clubes de striptease
y hospitales. El tan publicitado reloj inteligente Samsung Galaxy Gear del año
pasado, ha sido criticado por su falta de aplicaciones y diseño aburrido.
“Muchos de estos dispositivos
serán como los propósitos de Año Nuevo: recibirán muchísima atención y goce
durante las primeras semanas, antes de terminar en un cajón”, dice Scott
McGregor, director ejecutivo de Broadcom, fabricante de los chips de bajo costo
integrados que ayudan a que la tecnología detrás de los wearables sea posible.
¿Funcionales y bonitos?
Samsung, el fabricante de
teléfonos inteligentes más grande del mundo, probó suerte con los wearables
desde muy temprano para demostrar que podía llegar al mercado más rápido que
su archirrival Apple, que espera lanzar su esperado iWatch este año. El primer
Galaxy Gear se sincroniza con un puñado de teléfonos inteligentes Android a
través de Bluetooth y notifica al usuario sobre textos, llamadas y correos
electrónicos, pero a los críticos no les gusta la duración de la batería (de un
día) ni que el lente de la cámara esté integrado en la correa.
Podría verse mejor, admite Young-
Hee Lee, directora de Marketing para la división Global Móvil de Samsung. Lee,
en cuya muñeca brilla un Gear blingtastic, de color crema con incrustaciones
de 10 diamantes, se encarga de hacer que los consumidores se enamoren de los
aparatos portátiles de Samsung. Eso puede incluir lentes inteligentes este
año.
El mayor desafío de Samsung, que
todo el mundo en la categoría enfrenta, es encontrar un equilibrio entre
ingeniería y diseño.
Después de haber vendido un poco
más de un millón de unidades desde su lanzamiento en septiembre de 2013, el
Gear de Samsung tiene dos nuevas versiones, el Gear 2 y el Gear 2 Neo. Uno de
sus cambios más radicales es que funcionan con el sistema operativo Tizen, en
lugar de Android.
Hasta ahora, el único smartwatch
convencional para realizar llamadas es el Filip. Es un dispositivo de localización
GPS, que fue creado por el empresario noruego Sten Kirkbak, en 2009, después de
que su hijo se perdiera durante 30 minutos en un centro comercial.
Kirkbak diseñó el reloj no sólo
para rastrear a los niños, sino también para hacer y recibir llamadas a través
de una lista preestablecida de cinco números.
Se necesitaron dos años de
ingeniería para construir un producto lo suficientemente pequeño para contener
conexiones independientes de voz y datos, y que a la vez fuera lo
suficientemente elegante, dice el ceo de Filip Technologies, Jonathan Peachey.
Entre la variedad de wearables
disponibles en la actualidad, las ventas derivan casi en su totalidad de una
categoría: monitores de ejercicio (que representan nueve de cada diez
dispositivos vendidos, según Accenture).
Las marcas dominantes de las
pulseras —Fitbit, Nike y Jawbone— tienen acceso a una gran cantidad de capital
(Fitbit levantó 43 mdd en fondos de riesgo en agosto) y han enlatado todo tipo
de sensores en sus pulseras.
La lista de materiales para un
wearable puede ser de diez dólares o menos, gracias a los chips que ahora
integran procesador, conectividad y memoria, en comparación con una lista de
materiales de alrededor de 100 dólares o más para un smartphone, dice Scott A.
McGregor, de Broadcom. “Cualquiera que tenga una idea, básicamente puede
construir un prototipo con menos del equivalente a un año de trabajo de un
ingeniero… Es una placa de Petri de la innovación”.
Por supuesto, fabricarlos no
significa que los consumidores quieran usarlos.
“Después de tres meses, sólo 40%
de las personas todavía usa estas cosas”, estima Chander Chawla, un consultor
de tecnología que ha asesorado a decenas de inversionistas de capital de riesgo
y a fabricantes para lanzar wearables al mercado.
Los fabricantes tienen que
proveer una experiencia social divertida y adictiva a los usuarios. Fitbit te
permite monitorear y competir con tus amigos a través de su aplicación móvil, y
ha descubierto que mientras más amigos añade el usuario, más usarán el
dispositivo. El otro gancho de valor es el ahorro de dinero. Desde principios
de 2010, Fitbit ha vendido software a miles de empresas que quieren monitorear
a sus empleados como parte de programas de salud preventiva y bienestar
corporativo. En promedio, 20% de los trabajadores se une a éstos programas y
aún más se inscriben cuando se trata de Fitbit, dice Amy McDonough, quien ayuda
a dirigir los programas.
El mayor desafío para los
wearables es lo que los define en primer lugar: cómo lucen. La Fitbit y la
Nike+ FuelBand han optado por el look de bandas de espartano; sólo la Jawbone
Up le imprimió un cierto grado de estilo.
En los círculos de ingeniería de Silicon
Valley, el éxito todavía se mide en gran parte por el número de unidades
vendidas o la precisión en el conteo de pasos de un monitor, dice el consultor
Chawla. Pocos se han centrado en los gustos y las perspectivas conductuales
que son fundamentales para el negocio de la venta de cosas que llevas o vistes.
Es por eso que todas las miradas
están puestas en Apple. Aunque no fue la primera en llegar al mercado con un
teléfono inteligente o una tableta, su sentido del diseño y capacidad de
integrar gadgets, aplicaciones y servicios en línea, fijaron los estándares que
otros siguen.
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