La potencia reacia: China crece y
crece, pero dice no a la idea de su supremacía
LaNacion - mayo
de 2014
China tiene buenas razones para
ser número uno: una economía de crecimiento interminable que superó todos los
"milagros asiáticos" previos; una mano de obra también incalculable,
que incluye una clase media cada vez más próspera y sofisticada; un territorio
inmenso, tecnología de vanguardia...
Lo tiene casi todo. Sin embargo,
hace una semana, cuando el Banco Mundial anunció que, según sus indicadores,
pasaría a ser la economía más grande del planeta en diciembre, China lo negó
rotundamente.
De acuerdo con el Banco Mundial,
desde 2011 hasta diciembre de este año, China habrá crecido un 24% acumulado,
frente a un 7,6% de Estados Unidos. De confirmarse estos datos, China es la
mayor economía del mundo a partir de este año, desplazando a los Estados
Unidos, que ocupa ese lugar desde 1872.
Pero el Instituto de Estadísticas
chino no concuerda, por lo menos públicamente, con el Banco Mundial en la
apreciación de su poderío. Pareciera conformarse con menos, con un cómodo
segundo lugar, con quedarse un paso atrás de la megapotencia mundial. Con ser,
en fin, una potencia renuente.
En apariencia, esa modestia se
contradice con las aspiraciones de la propia cúpula del Partido Comunista. En
su primer discurso como presidente de China, en marzo de 2013, Xi Jinping
prometió "el gran renacimiento de la nación china", y desde entonces,
junto con el concepto de "sueño chino", estas palabras se
convirtieron en caballitos de batalla de su política.
Los dos conceptos buscan dar una
idea de grandeza de la nación, de un país que no sólo es capaz de convertirse
en un referente internacional, sino que se reconstruye y modifica, gracias al
veloz progreso vivido en las últimas décadas.
"Vamos a seguir luchando por
la causa del socialismo con características chinas y por realizar el sueño de
un gran renacimiento de la nación china", dijo Xi, en su discurso ante los
delegados de la Asamblea Nacional.
La idea de renacimiento ya se
hizo común en los medios chinos. Se refiere a los ultrajes que sufrió el país
durante los dos últimos siglos: tratados económicos desfavorables con potencias
occidentales, derrotas militares, invasiones japonesas.
Pues bien, ese período de
humillaciones terminó y llegó el turno del renacimiento como antesala del sueño
de desarrollo y bienestar, dirigido principalmente a la clase media del país,
que para 2020 representará hasta el 40% de la población.
"El concepto del
renacimiento chino tiene mucho que ver con el de sueño chino. Ambos aspiran a
que China pueda tener un lugar para cooperar por la paz y la prosperidad del
mundo. Un lugar digno y respetable. Es lo que inspira a los chinos de
hoy", explicó a este diario Han Mintao, profesora de Ciencias Políticas de
la ciudad de Tianjin.
Según el Partido Comunista, el
sueño chino funciona en tres áreas: la erradicación de los políticos corruptos,
la completa reunificación de China y una vida digna para cada ciudadano.
"El sueño chino tiene un
tinte norteamericano que realza valores individuales de superación, mientras
que la idea de renacimiento le habla a toda la civilización china", dijo a
LA NACION Doug Young, académico de la Universidad de Fudan.
Según el gobierno, sin embargo,
el sueño todavía no es más que eso, una posibilidad de cara al futuro.
"A pesar de las
especulaciones sobre cuándo China sobrepasará a Estados Unidos como la mayor potencia
económica del mundo, el país asiático se centra más en la calidad de su
economía que en el tamaño", dijo la agencia oficial Xinhua en un
editorial, con el que dejó en claro la posición del gobierno chino al respecto:
la supremacía por el momento es una "especulación".
"China superó de manera
dramática a Estados Unidos en el terreno de la expansión económica durante los
últimos años, registrando tasas de crecimiento del PBI del 7,4 y el 0,1%,
respectivamente, en el primer trimestre de 2014. Pero en términos reales, sigue
existiendo una enorme separación", agregó.
Esta renuencia a aceptar el
liderazgo se explica por las obligaciones que ese estatus representa. El éxito
tiene su precio. Por ejemplo, de ser la primera potencia, a Pekín se le
exigiría una contribución más importante en ayuda al desarrollo y en el
presupuesto de las Naciones Unidas. También debería asumir una posición más
responsable en cuestiones como el calentamiento global y una actitud más
comprometida en temas de seguridad internacional.
En el frente doméstico, el título
de superpotencia subiría las expectativas y las exigencias de los ciudadanos
por una mejor calidad de vida y alimentaría el fantasma que agobia a la cúpula
del régimen: el de la tensión y el quiebre social.
En parte, los chinos son
conscientes de estos contrastes. "Somos un país en vías de
desarrollo", suelen repetir en sus conversaciones, con lo que oponen el
suyo a los países "verdaderamente" desarrollados, representados por
Estados Unidos y las naciones europeas.
"Si llegamos a la cima de la
montaña, no tenemos a dónde subir, sólo bajar. Además, si tenemos alguien
arriba, podemos aprender de sus errores. Es mucho mejor ir segundos o
terceros", dice Chunyue Zhang, una joven estudiante.
"Es peligroso para China
estar en el primer puesto. Tendremos todas las miradas puestas en nosotros.
Además la desigualdad creará más tensiones sociales porque se supone que los
primeros deberían tener una buena posición para todos", sostiene Yuekun
Kang, otra estudiante que dice haberse sentido "asustada" cuando leyó
las noticias que anunciaban el informe del Banco Mundial.
El concepto de
"renacimiento" tomó tal envergadura que se inventó una forma de
medirlo. Se basa en 28 indicadores como la influencia de China en el mundo, el
PBI y el nivel de urbanización. También se usó el nivel macroeconómico, la
"armonía de la sociedad", la protección del medio ambiente, la mejora
del Estado de Derecho y la unidad China.
La Comisión de Reforma y
Desarrollo, que se encarga de la planificación económica del país, dijo que el
renacimiento alcanzó el año pasado el 65,3%, mientras que en 2010 era de 62,7%
y en 2005 de 46,4%.
En Internet, en vez de festejarse
el informe del Banco Mundial, lo que sobró fueron bromas. Las burlas arreciaron
en la red social Weibo. Allí se hizo famosa una imagen que comparaba al mentado
renacimiento con un programa informático que se estaba descargando con un
mensaje que decía: "62,7% descargado, al descargarse completamente lo
podremos usar".
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