Liderazgo vs aprendizajes y
costumbres
Forbes - lunes, 12 de mayo
de 2014
¿Cómo una simple frase de la
infancia, repetida miles de veces por mis padres, condujo a toda una estructura
en mi forma de relacionarme jerárquicamente?
¿Cómo el fondo y la forma de lo
aprendido afecta nuestro liderazgo y nuestra comunicación? ¿Cómo nuestras
competencias pueden ser excelentes y unas cuantas palabras ponen de cabeza la
productividad en las organizaciones? ¿Cómo una simple frase de la infancia,
repetida miles de veces por mis padres, condujo a toda una estructura en mi
forma de relacionarme jerárquicamente? ¿Cómo esa cultura tan cálida en algunas
cosas ha permitido el encarcelamiento de la mente de un líder y la oportunidad
de alzar la voz propia? Lo textual, lo intertextual y los subtextos del
liderazgo aprendido. De todo esto trata este artículo.
Existe una educación que supedita
al individuo y lo trasciende, aún sin que él lo note, pasándolo de largo como
una simple costumbre, resultado de la herencia cultural y la forma del
aprendizaje adquirido.
Esta supeditación, constante pero
inconsciente, afecta, en distintas medidas y proporciones, los núcleos
organizacionales y de emprendimiento más de lo que te imaginas.
Y te pudo haber tocado a ti, no
importando si eres empleado, directivo, gerente, emprendedor o empresario, pues
las formas muchas veces no distinguen clases sociales, socioculturales o
socioeconómicas.
Frases simples y cotidianas de
mamá y papá como: ¡Si quieres estar aquí, te vas a quedar calladito! o ¡Es una
plática de adultos, cuidadito y hables! Nos inculcaron, aún sin saberlo, una
forma de relacionarnos jerárquicamente.
Muchas personas en casa vivieron eso miles de veces, y es que
pareciera que crecimos temiéndole al “jefe” en la esquina del rincón y
calladitos sólo por quedarnos, sólo por y para “permanecer”, “estar
presente” y “aunque nadie me pele”.
En el México de muchos, el
aprendizaje fue realmente aprehendizaje (con “h” intermedia): apañado a fuerza
y con ambas manos, vinculado a sentimientos profundos e inyectados en la mente
con jeringa o dolor de nalgas, mediante una constante repetición. Y muchos, en
la realidad, más que respetar a sus padres, les temían.
En el mejor de los casos,
inculcado mediante un sistema profesional y para algunos lúdico “de
sometimiento y chancla” o de “nalgadas de mano pesada”. Y para el peor de los
casos sólo tengo que recordarte esta frase popular: “La letra con sangre
entra”, así que te imaginaras el poder del aprendizaje, la humillación pública
y el miedo de aprender a leer que tienen muchos de nuestros líderes.
Todas estas situaciones, producto
de la cultura y las costumbres obtusas y tradicionalistas, sin duda generan
impacto en la autoestima, provocando formas de sumisión inconscientes frente a
jerarquías elevadas. En grados de mayor o menor temor. El caso de millones: la
causa más escondida de la timidez.
Pero, espera. Lo mejor no se
queda aquí. No era necesario que hubieras sufrido de algún tipo de maltrato
para aprender estructuras de la cotidianidad, porque la comunicación es formal
e informal, verbal y no verbal y aún sin quererlo tiene en sí misma subtextos
y, por lo tanto, distintas lecturas, con o sin referentes textuales, en niveles
de comunicación y discursivos profundos, propios del análisis de quienes nos
dedicamos profesionalmente a la comunicación estratégica, el coaching y la
semiología.
Las circunstancias de toda una
cultura han sido verdaderamente poco propicias para el desarrollo de una
comunicación verdadera en materia organizacional y por supuesto todo un reto si
hablamos de la proyección del liderazgo.
Por ello quiero compartir dos
casos: el primero, de un gerente de rango medio alto, y el segundo, de una
joven brillante con un gran detallito o pequeño detallote, como ella decía. No
sin antes aclarar que ambos permitieron que, en caso de servirle a terceros, se
comentara su caso, bajo la condición de omitir el nombre, compartiendo el
aprendizaje pero resguardando la confidencialidad de su persona, cosa que
siempre hago, si así lo permiten, dado que esto puede servir de aprendizaje o
serle útil a terceras personas.
Así pues les comparto estos dos
casos:
Caso 1 – Una historia constante…
Recuerdo claramente el impacto de
todos, su mirada de sorpresa de niña y las lágrimas en los ojos tanto de ella,
como de muchos, incluyendo al mesero quien resguardaba la puerta y, por
supuesto, la frase a sus 39 años: ¡No puedo creer que gritara tan fuerte, yo
nunca había gritado!
Y todos, los más de 60 (y el
mesero quien se escondía para que no lo vieran llorar), notamos cómo
verdaderamente nunca lo había hecho, sintiendo todos instantes después, una
especie de nudo en la garganta por la gran emoción que circulaba en el ambiente
(o como amenaza de Dios a la especie humana, de verdad nunca lo sabré de
cierto, el nudo también lo comentamos)
Su historia, una historia
desgraciadamente como muchas, verdaderamente dura, nunca sabré en qué medida,
un día común y corriente, en un ejercicio clásico de confianza y autoestima.
(El corachín fue contenido, la búsqueda no tenía la intención de sacar a la luz
temas tan personales, frente a sus compañeros de trabajo)
Ella, una persona con un
desempeño ejemplar, con presentaciones escritas ejemplares, pero sin poder
hablar en público. Comentó que su voz siempre, desde que recuerda, había tenido
un volumen tan bajo que nunca nadie la oía. Y en 3 ocasiones causa de despido
¿Te imaginas por todo lo que pasó esta chica en su infancia o en su vida?
Reflexión:
Difícilmente las formas
tradicionales de educación impulsan al individuo a reclamar su propia voz, y
nos referimos no sólo a pensar en el volumen, sino a pedir incluso que se
respeten los derechos más básicos de las personas porque ellas mismas en
ocasiones no pueden expresarlo, porque sencillamente, y créeme, muy
sencillamente nadie les enseñó a hacerlo. Y es aquí cuando el tema de la
autoconfianza, el liderazgo y el respaldo de terceros sale a flote. Yo te
pregunto: qué tema crees que hay en algunos casos detrás de:
No poder vivir una junta de
manera tranquila (pasa y pasa demasiado y te sorprenderías a los niveles que
sucede) esto incluso sobrepasa el tema de confianza personal, tiene que ver más
bien con sombras jerárquicas físicas y psicológicas (en ocasiones se relacionan
perfecto vía telefónica, pero el tener frente a frente para algunos es muy
difícil)
Puede que sea un tema complejo y
duro o tan sencillo que pase frente a los ojos de los demás como algo
desapercibido, pero se vive día con día en las organizaciones.
Caso 2.- Palabras más, palabras
menos…
Hace algún tiempo, un conocido me
pidió apoyo para identificar la verdadera causa por la cual uno de sus
empleados no estaba pudiendo con su gente a cargo; tenía tres meses que acababa
de contratar a este gerente, una persona brillante, egresado con honores de una
de las mejores universidades de México y posgrados en el extranjero, con
experiencia en algunas empresas y manejo de tres idiomas, manejo de gente, muy
buen sueldo y altas competencias en distintos ámbitos.
Su situación me pareció
particular, el gerente además venía súper recomendado como una persona puntual
y enfocada.
Tras entrevistarme con él y
platicar en la primera ocasión, no detecté nada fuera de orden: distinguía
claramente ciertas habilidades gerenciales, era claro y preciso, su autoestima
se veía bien, su fortaleza bien, todo bien. Pero algo más pasaba, pues tenía
casi 40 personas a su cargo y las cosas no estaban funcionando.
Así que busqué platicar con gente
a cargo, y ellos sencillamente me comentaban que era bueno, pero que no sabían
que pasaba.
Gané su confianza, me acerque y le
pedí de favor me permitiera verlo en un día laboral. En su trabajo anterior
también había tenido gente a su cargo, y él mismo se daba cuenta que las
personas no lo estaban tomando en serio. Era la primera vez que trabajaba en
planta y el personal que había tenido a cargo por primera vez en su vida era de
un nivel socioeconómico y sociocultural más bajo.
El primer día no noté nada, pero
el segundo hubo un pequeño detalle que desembocó esta historia:
Uno de las personas de planta
(gente a su cargo) le habló, y tras acompañarlo hasta llegar con él, noté en la
situación algo muy raro: ese persona de rango subordinado, tras escucharlo,
esbozo una pequeña sonrisita burlona.
Algo estaba raro, así que entre
el gerente y yo decidimos escribir todo lo que había pasado durante esa breve
plática con el subordinado. El resultado fue tan simple que puede causar risa,
pero estaba generando un fuerte problema de productividad.
El gerente, tras ser llamado por
alguien, sencillamente tenía acostumbrada responder con la frase: “Mande,
usted”, más adelante pude averiguar que esto había generado en pocos meses un
tema de burla entre gran parte del personal de planta, pero por principio nadie
decía nada. Llegando al punto de tomarlo en broma como “el mande usted”,
descubriendo en muchos casos que desobedecían órdenes, echándose la bolita
entre la gente de planta, desacreditando de manera tonta el poder y trabajo de
una persona que merecía estar en ese puesto.
Reflexión:
Ese “mande usted”, sólo lo
utilizaba cuando quería ganarse a la gente, cosa que no sucedía con su superior
inmediato, ni con muchas personas con las que sencillamente se relacionaba de
manera normal.
Esto llegó a un tono tonto de
burla, pero detrás de muchas formas de comunicarnos, se permea una problemática
más profunda. En el caso de él, no existía algún verdadero problema de
autoestima, pero la frase per se lo ponía en una situación jerárquica inferior.
El poder de las palabras es
impresionante. La comunicación es mucho más importante de lo que creemos. Recordemos
que fueron los discursos y el aprendizaje de Joseph Goebbels los que suscitaron
la muerte de millones de personas.
El fondo y la forma son claves en
la naturaleza comunicativa, estos aprendizajes pueden conducirnos al liderazgo
o a la sumisión. Por ello es que la palabra, en forma y fondo, como vimos en
estos casos, es verdaderamente importante, todo por habernos acostumbrado a
ello.
La comunicación estratégica
actualmente ha invadido espacios mucho más allá del poder político y religioso,
porque hablar de las interpretaciones de la palabra de Dios es otro tema,
porque la comunicación estratégica se ve en mercadotecnia todos los días, y
cuando menos te das cuenta.
En el ejemplo de este último
caso, algo al parecer simple estaba generando un caos en toda la organización,
y repercutiendo en el liderazgo de una persona que, sin saberlo, cargaba una
cruz a cuestas.
Algo que podía parecer una
estupidez tuvo que ser trabajado a fondo, haciendo que la empresa invirtiera en
Coaching de comunicación estratégica verbal y no verbal para un individuo, que
rápidamente supo conducirse y mantener el control emocional para ejercer su liderazgo
de manera tajante. Y no porque él “estuviera verdaderamente mal”, sino porque
se había acoplado a una forma, resultado de toda la herencia cultural y el
aprendizaje, que con frases como estas permean todos los días ámbitos
empresariales, ámbitos donde negociaciones millonarias se caen en dos minutos
por no saber ejercer una situación de control, comunicación clara y liderazgo,
perdiendo una tras otra oportunidades clave.
No hay comentarios:
Publicar un comentario