Brasil: fútbol sí, FIFA no
Deutsche Welle - jueves, 6 de
marzo de 2014
Solo faltan 100 días para el
inicio de la Copa de Fútbol y los brasileños vacilan entre la fascinación y el
pesimismo. Pero son cada vez menos los manifestantes en contra del evento.
Fútbol sí, FIFA no. En estas
cuatro palabras se resume el sentimiento de los brasileños a poco más de tres
meses de la Copa Mundial de Fútbol. A pesar de los grandes problemas durante su
preparación, el interés en el evento futbolístico del año es enorme: ya han
sido vendidas 2,3 millones de entradas. Trece millones de aficionados
participaron en el sorteo de entradas realizado en febrero pasado.
Luiz Terenzi, de Belo Horizonte,
es uno de los 900 mil brasileños que ya tienen un boleto en el bolsillo. Con 125.465
unidades, los estadounidenses ocupan el segundo lugar en la tabla de ventas de
entradas de la FIFA, seguidos por Alemania, con 55.666. Por su parte, los
aficionados argentinos han comprado más de 50.000.
Tras las huellas de la
"seleção"
Aunque Brasil espera recibir a
más de 600 mil aficionados extranjeros, la gran mayoría de los espectadores en
los estadios la compondrán 3 millones de brasileños. En total, los aficionados
brasileños gastarán unos 6 mil millones de euros en la Copa, según cifras de
Embratur, la agencia estatal del turismo, que igualmente estima que los
extranjeros aportarán unos 2 mil millones de euros a la economía nacional.
Pero los brasileños tienen
sentimientos encontrados. Según Datafolha, hoy “solo el 52% de la población
aprueba el Mundial en su propio país”, un evento que en 2008 contaba con el 79%
de favoritismo. En la organización del Mundial el gobierno brasileño ha
invertido casi 8 mil millones de euros, de los cuales 1,1 mil millones de euros
provienen de inversionistas particulares, según el ministro brasileño de
Deporte.
La FIFA en la mira
“Es contradictorio invertir
dinero en estadios mientras en otras partes falta hasta lo más necesario”, dice
Felipe Alencar, estudiante de São Paulo, que ha participado en todas las
protestas desde cuando tuvo lugar la Copa de Confederaciones, en junio de 2013.
Alencar está seguro de que “el pueblo no gana nada con el Mundial. Y ni a los
estadios puede ir porque las entradas son muy caras”.
Orlando dos Santos Júnior, del
Comité de Movimientos Sociales, es aún más crítico. “Yo no dudo que el estadio
de Manaus no vaya a terminarse, ¿pero de qué le sirve a Brasil tener un estadio
en la selva amazónica?, se pregunta dos Santos.
Cinco de los doce centros
deportivos para el Mundial se encuentran aún en construcción. La licitación
para algunas zonas verdes aún está en curso, así como la ampliación de dos
aeropuertos internacionales.
Fútbol, educación y corrupción
Pero a pesar de todos los
problemas, el 63 por ciento de los brasileños rechaza la realización de
protestas durante la Copa, según Datafolha. Pelé, embajador honorario del
Mundial, ha instado a apoyar el evento, una postura controvertida por los
críticos.
Una crítica que no comparte Aidê
de Simone, profesora de deporte y voluntaria del Mundial, quien considera que
“no se puede culpar a la Copa de Fútbol de todos los males que aquejan a
Brasil”, porque según esta joven, “sin Mundial igual no habría dinero ni para
salud ni para educación”. De todos modos, agrega de Simone, “el dinero se
pierde porque Brasil es un país en donde hay mucha corrupción”.
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