Niñas indígenas paraguayas y el
desafío de llegar a la educación secundaria
EFE - sábado, 8 de marzo de
2014
Dos niñas de una remota comunidad
indígena en Paraguay se convierten en las primeras mujeres de su grupo en
acceder a la educación secundaria y logran salir a estudiar a unos 150
kilómetros de su hogar, gracias a un proyecto de una ONG dedicada a promover
los derechos de la infancia.
Alicia y su prima Roselda tienen
13 años. Si fueran blancas y vivieran en Asunción, la capital del país, el
hecho de que lleguen a la educación secundaria no sería noticia.
Pero continuar estudiando en la
adolescencia siendo niña e indígena en un entorno rural las convierte en
auténticas heroínas.
La comunidad Tapyiku se compone
de varias familias nativas que viven en pequeñas casitas de madera, donde la
luz eléctrica, el baño o el suelo de baldosas son un lujo exótico y la
producción agraria apenas alcanza para alimentarse.
Esquivar el embarazo prematuro,
el machismo imperante en su sociedad y en el país en general, las enfermedades
relacionadas con la falta de alimento y la pobreza que afecta al 32 por ciento
del país, según las Naciones Unidas, no es una tarea fácil.
El 76 por ciento de los
aproximadamente 116.000 nativos del territorio de Paraguay están en situación
de pobreza extrema, según el Instituto Nacional del Indígena (INDI).
Lo que se traduce en una
desnutrición crónica, en enfermedades parasitarias o abortos espontáneos, dijo
a Efe la enfermera del puesto de Salud del municipio, Adela Ávalos, que
periódicamente atiende a la comunidad.
A pesar de las dramáticas
estadísticas que describen la situación de los indígenas de Paraguay, las ganas
de Roselda y Alicia por continuar estudiando matemáticas y convertirse algún
día en maestras lograron revolucionar a esta pequeña comunidad de nativos Avá
guaraní, situada en el departamento de San Pedro.
Con el apoyo y supervisión de la
ONG Plan Internacional, dedicada a la lucha por los derechos de la infancia,
las niñas lograron el permiso del consejo de ancianos y del cacique del grupo
para viajar a unos 200 kilómetros e internar en una escuela agrícola ecológica.
Para la comunidad supone también
un gran desafío y una enorme responsabilidad permitir a las chicas salir de su
entorno de caminos de tierra roja y precarios cultivos de mandioca y maíz.
Tienen miedo, explicó a Efe Marcelino Prieto, director regional de Plan
Paraguay en San Pedro.
Saben que son un ejemplo para el
resto de niños y niñas, que solo desde hace algunos meses disponen de una
pequeña escuela de educación primaria, construida y equipada por la ONG.
Pero también creen que fuera son
carne de cañón para las redes de trata de personas que actúan en el país, a lo
que suman la mitificación de la violencia en las ciudades y la discriminación
que sufren por buena parte de la sociedad.
Para la directora y maestra de la
escuela local, Blácida Quiñones, el ejemplo de estas dos niñas es muy
importante para el resto.
"Esto es muy pequeño. Todos
saben ya que ellas vencieron el miedo y las quieren imitar", dijo a Efe
Quiñones.
"En los primeros tiempos no
se animaban. Primero se fue Alicia y después conseguimos animar a la
otra", añadió.
Alicia y Roselda ya han pasado un
curso fuera de su hogar y han vuelto a casa para contarlo y mostrar sus
excelentes calificaciones.
Roselda apenas logra controlar su
timidez para enseñar su cuaderno de notas, que demuestra que el español ya no
es ningún desafío para ella ya que su calificación constata que lo habla y
escribe tan bien como el resto de sus compañeros que no se manejan en el idioma
guaraní.
También destaca en sus amadas
matemáticas y en el resto de asignaturas, lo que para su orgullosa maestra
demuestra que ellas son tan inteligentes como cualquier otro niño.
"Ahora se sienten a gusto,
se sienten bien, se apoyan la una a la otra. Su futuro debe ser la
universidad", sentenció.
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